domingo, agosto 12, 2007

Diego Merry del Val, El Polo, nuevo "gran juego"

domingo 12 de agosto de 2007
El Polo, nuevo «gran juego»
POR DIEGO MERRY DEL VAL
En un mundo globalizado, donde la competencia entre países se lleva a cabo en los terrenos de la economía y la tecnología, las potencias sienten nostalgia de los tiempos en que abrían continentes desconocidos y formaban grandes imperios. Lo demuestra la carrera a la que parecen haberse lanzado, ya sin reparos, para conquistar las únicas regiones que quedan libres en el planeta, las de los polos. «El calentamiento global está provocando un enfriamiento en las relaciones diplomáticas», dice Le Monde en un editorial titulado «El Ártico para todos». «Durante mucho tiempo esta extensión helada ha sido considerada terra incognita. Tanto la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética como el clima extremo volvían sus aguas impracticables y sus recursos estaban cerrados a la explotación. Debido a la desaparición de estas dos circunstancias (la parte canadiense del Océano Ártico podría verse libre de hielos dentro de una treintena de años), el territorio es codiciado por los países que lo rodean (Rusia, Canadá, Estados Unidos, Noruega y Dinamarca, éste último a través de Groenlandia). El Ártico representa al menos tres grandes desafíos estratégicos para la Unión Europea, militar, económico y medioambiental. La seguridad del aprovisionamiento energético de la UE pasará mañana por el Ártico. La cuestión merece una reflexión colectiva, más allá de los países ribereños».
El diario ruso Izvestia destaca la noticia de que la Administración Bush ha reactivado los trabajos de especialistas para la investigación de los recursos en el Ártico y asegura que prepara una declaración sobre la soberanía en parte de la region polar norteña. En páginas de Nezavisimaya Gazeta, en un artículo titulado «Trampa ártica para Rusia», Serguei Kupilov sostiene que la expedición ártica llevada a cabo bajo la dirección del vicesecretario general de la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento) Artur Chilingarov puede resultar contraproducente. La razón es que no sólo no ha logrado encontrar pruebas de la pertenencia a Rusia de los territorios que codicia, «sino que además puede despertar el deseo por parte de los otros países pretendientes de enviar a su vez expediciones».

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