lunes, agosto 06, 2007

David Horowitz, Feminismo: un creacionismo laico

martes 7 de agosto de 2007
BIOLOGÍA CONTRA PROFESORES IZQUIERDISTAS
Feminismo: un creacionismo laico
Por David Horowitz
Hace un año, el tema más candente en educación después de los presupuestos era si debía impartirse la teoría del diseño inteligente en los colegios de todo el país. Los detractores lo calificaron como una forma de "creacionismo" y la prensa etiquetó la batalla legal posterior como el mayor conflicto entre ciencia y religión desde el juicio de John Scopes.
En un duro revés para la derecha religiosa, un juez de Pennsylvania dictaminó que el diseño inteligente no tenía sitio en las aulas porque era "una opinión religiosa, un simple cambio de etiqueta del creacionismo, y no una teoría científica", violando así la separación entre Iglesia y Estado.
Pero en ese mismo momento los profesores de las universidades norteamericanas estaban impartiendo una forma de creacionismo laico tan contraria a los descubrimientos de la ciencia moderna como la afirmación bíblica de que Dios creó el mundo en siete días.
El nombre de esta teoría es construccionismo social, y sus iglesias son los departamentos de Estudios de la Mujer situados en las universidades de todo Estados Unidos. La teoría feminista de construcción social sostiene que las diferencias entre hombres y mujeres –quitando las anatómicamente obvias– no están biológicamente determinadas, sino que son creadas mediante una estructura social patriarcal diseñada por los hombres con el fin de oprimir a las mujeres. Es la " sociedad patriarcal" la que convierte a unos niños que de manera natural serían bisexuales en seres masculinos y femeninos, condicionándoles desde el nacimiento para que adopten los roles de su sexo: uno agresivo, masculino y destinado a mandar, y el otro pasivo, femenino y condenado a obedecer.
Críticos del feminismo como Christina Hoff Sommers o neurocientíficos como Stephen Pinker, de Harvard, han señalado que esta opinión contradice los descubrimientos de las ciencias modernas, en concreto la psicología evolucionista, las neurociencias y la biología. Por ejemplo, los hombres tienden a estar representados en mayor número en el extremo superior de las pruebas de aptitud matemática, pero también en el extremo inferior. Las pruebas científicas se resumen en un reciente libro titulado Diferencias sexuales en la capacidad cognitiva, cuya autora, Diane Halpern, es presidenta de la Asociación Americana de Psicología y fue una construccionista social antes de revisar los estudios científicos publicados sobre el particular. Concluye:
Las prácticas de socialización son sin duda importantes, pero también existen pruebas sólidas de que las diferencias biológicas juegan un papel a la hora de establecer y mantener las diferencias cognitivas en los sexos, una conclusión a la que no estaba preparada para llegar cuando comencé a revisar la bibliografía relevante.
De igual manera, la agresividad y competitividad masculinas no están creadas de la nada a partir de un sistema patriarcal de dominación, como argumentan las feministas de los Estudios de la Mujer, sino que están inspiradas hormonalmente en un grado significativo. Para resumir: según la ciencia moderna, la culpa no se encuentra en una jerarquía patriarcal, sino en los genes.
Pero aun así, he aquí una frase típica extraída de la descripción oficial de un curso de Teoría política feminista, impartido en la Universidad de Arizona por una profesor de ciencias políticas receptora de la codiciada beca de la Fundación McArthur:
Dado que el género se construye socialmente, es instructivo estudiar cómo las ideologías de género –que dan forma a las realidades políticas e investigaciones intelectuales de hoy en día– han sido articuladas en forma de teoría política.
Obviamente, la premisa de este curso tiene que ser aceptada por los estudiantes, o no hay curso. Pero esta frase establece una afirmación que carece de fundamento científico y que, de hecho, está científicamente refutada. En otras palabras, se exige que los estudiantes crean en un mito religioso para poder recibir su calificación académica. Y no es ni mucho menos el único caso. Veamos una frase similar extraída del plan de estudios de la Universidad Pública de Kansas:
Para obtener una licenciatura en Filosofía y Letras o en Ciencias en Estudios de la mujer en la Universidad Publica de Kansas, los estudiantes habrán de manifestar su familiaridad con conceptos clave de los Estudios de la mujer tales como la construcción social de sexos, la opresión de la mujer y la violencia contra ella, el heterosexismo, el racismo, el clasismo y la desigualdad global.
En otras palabras, un estudiante no puede licenciarse en el programa de Estudios de la mujer de la Universidad Publica de Kansas a menos que crea en la ideología que constituye su núcleo y demuestre que cree en ella. Pero esa premisa ideológica está científicamente refutada; un hecho que el programa no reconoce. Aún así, en las descripciones de los más de cien cursos de Estudios de la mujer que he examinado personalmente, estos son temas comunes.
El adoctrinamiento en credos dogmáticos como el feminismo de género fue una vez algo ajeno a la idea misma de la investigación universitaria moderna. Ahora se ha convertido en la ortodoxia. Dogmas problemáticos se han convertido en los cimientos de programas enteros financiados por el contribuyente. Esto es posible gracias a autoridades universitarias que han abdicado de su responsabilidad de hacer cumplir los estándares universitarios, mientras que los profesores profesionales que sí los respetan son intimidados por académicos fanáticos que denunciarán como sexista, racista y homófobo a todo aquel que ose interponerse en su camino.

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