miércoles, agosto 15, 2007

Daniel Reboredo, La perla britanica

La perla británica
15.08.2007 -
DANIEL REBOREDO

La descolonización de Asia y el nacimiento de numerosos Estados fueron un proceso global y no un hecho aislado de cada uno de ellos. La rebelión anticolonialista asiática caracterizó en gran medida el devenir histórico del siglo XX y las relaciones internacionales de nuestros días. En los últimos años del siglo XIX y durante la primera década del XX, se extendió por una de estas colonias, la India británica, una gran agitación social y política. La elite intelectual de la misma, parte de la cual se había formado en Europa (Nehru, Jinnah), combinó con éxito algunos aspectos ideológicos y culturales de Occidente y Oriente y creó un nacionalismo que comenzó a amenazar seriamente la ocupación británica. Diferentes asociaciones lucharon contra la ocupación, destacando sobre las demás un Congreso Nacional Indio (1885) que fue elevando poco a poco la conciencia política de las masas, fomentando la idea de unificación nacional y reivindicando una cultura en la que el poeta y educador Rabindranath Tagore ocupó un papel fundamental. Aunque oficialmente la independencia fue un 15 de agosto de 1947, los habitantes del nuevo e inmenso país la celebraron un día antes. En cualquier caso, hace sesenta años que la perla de la corona del Imperio Británico accedió a la independencia después de un camino largo, complejo y trágico que a día de hoy no ha acabado. Las manifestaciones hostiles contra los británicos, el terrorismo y la represión colonial cesaron con la Primera Guerra Mundial, en la que muchos indios (hindúes y musulmanes) se sumaron a la causa británica hasta que, en el otoño de 1916, el Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana (1906) volvieron a ejercer la misma presión que antes del conflicto. Entre 1922, el año de la primera encarcelación de Gandhi por sedición, y 1942, cuando fue puesto bajo arresto por última vez, la lucha por la independencia estuvo marcada por el cada vez mayor enfrentamiento entre musulmanes e hindúes. En el periodo de entreguerras se mantuvo esta situación y en 1935, tras una serie de conferencias en Londres, el Parlamento británico aprobó la ley denominada 'Acta para el gobierno de la India', que nació prácticamente muerta, y cuya finalidad fue la de conceder un gobierno central que representara a las provincias y a los Estados principescos, una legislatura nacional bicameral, cuerpos legislativos autónomos en las provincias y la protección de las minorías musulmanas. El final de la Segunda Guerra Mundial en Europa relevó al nacionalismo indio de su compromiso de aceptar el Imperio Británico mientras durara ésta. La ruina económica de la metrópoli, la dependencia de la ayuda norteamericana, el rechazo de EE UU a la existencia del Imperio Británico en India y el aumento de la agitación popular convencieron a Gran Bretaña de que debía abandonar cuanto antes su preciada colonia. La liberación en junio de 1945 de Nehru coincidió con otra oleada de violencia que recorrió el país durante la segunda mitad de este año, llegando la situación política a ser anárquica y descontrolada a finales de 1946. El primer ministro británico Clement R. Attlee anunció en febrero de 1947 que su Gobierno renunciaría al poder en India antes del 30 de junio de 1948. El único medio de evitar una catástrofe era la partición y así lo recomendó el último virrey, Lord Mountbatten, en marzo de 1947. Tres meses más tarde, el 4 de julio, el Parlamento británico aprobó por unanimidad dichas recomendaciones y, bajo lo estipulado en la Ley de Independencia de la India, se estableció que India y Pakistán serían Estados independientes dentro de la Commonwealth (la Unión India ratificó su adhesión a esta organización el 28 de abril de 1949).La alegría de la independencia se vio empañada por la violencia que se desató entre las comunidades durante el otoño de 1947, sobre todo en Bengala y el Punjab, llegando al medio millón los muertos y a varios millones los desplazados entre 1947 y 1950. Ambos países fueron creados a partir de criterios religiosos, y de ahí que las áreas habitadas sobre todo por los hindúes fueran asignadas a India (562 Estados principescos y la mayoría de las provincias británicas) y aquéllas con una mayoría de población musulmana, a Pakistán. La autoridad gubernamental de la Unión se delegó en una Asamblea Constituyente, que aprobaría una Constitución republicana el 26 de noviembre de 1949. El discípulo de Gandhi, Rajendra Prasad, fue elegido primer presidente de la república, ésta se proclamó el 26 de enero de 1950 (mismo día en que entró en vigor la Constitución) y la Asamblea Constituyente se reconstituyó entonces en un parlamento provisional eligiendo a Jawaharlal Nehru primer ministro.Desde el primer presidente, el citado Prasad, hasta el último, Pratibha Patil, pasando por los primeros ministros Nehru, Shastri, Indira Gandhi, Desai y el actual Manmohan Singh, India fue adquiriendo un destacado papel en los asuntos internacionales, en especial en las deliberaciones y actividades de la ONU, a la que se había incorporado en 1945. El Gobierno de Nehru mantuvo una posición neutral con respecto a la Guerra Fría entre el bloque soviético y las democracias occidentales; India participó, en abril de 1955, en la Conferencia de Bandung (Indonesia); Nehru visitó la URSS en junio del mismo año y en 1956 mantuvo conversaciones con el presidente de Yugoslavia, Tito, y el de Egipto, Gamal Abdel Nasser; los dirigentes indios apoyaron la resolución de la ONU del 5 de noviembre de 1956 condenando a la URSS por utilizar la fuerza en Hungría; etcétera. Nehru se convirtió en el líder moral de los colonizados y de su propia población al desarrollar la industria y la agricultura, fomentar la educación, fortalecer los derechos individuales mediante sucesivas reformas jurídicas y lograr la reforma de las demarcaciones de los Estados federados de la época de la independencia y transformarlas en demarcaciones lingüísticas.A la par que realizaba estos actos de diplomacia, el país vivía en un estado bélico permanente: la guerra o las guerras larvadas de Cachemira -desde que el 24 de octubre de 1947 los musulmanes proclamaron un gobierno provisional y los hindúes ocuparon su capital- y Srinagar -hasta que el 26 de enero de 1957 India la declaró parte de la República-; la ocupación militar y absorción de Hyderabad el 17 de septiembre de 1947; los roces con Portugal por Goa, Daman y Diu desde 1954, que culminaron con la ocupación militar siete años más tarde; las disputas fronterizas con China desde 1959, acentuadas en 1962; la participación en la guerra civil paquistaní de 1971 apoyando a los separatistas bengalíes, que finalmente crearon el nuevo Estado de Bangladesh, y enfrentándose a unos EE UU que hicieron lo propio con el Pakistán Occidental al que habían invitado a formar parte de los Pactos Militares de SEATO (1954) y CENTO (1955); entre otros conflictos.Las relaciones con su Estado hermano a la par que enemigo, Pakistán o República de los sagrados o puros -nombre ideado en 1933 por Choudhary Rahmat Ali, fundador del Movimiento Nacional Paquistaní, como un acrónimo para las cinco provincias musulmanas del norte de India (Punjab, Provincia Afgana del Noroeste, Cachemira, Sind y Baluchistan)- han sido de permanente disputa por el territorio de Cachemira. De ahí las guerras declaradas de 1965 y 1971 y las constantes refriegas que mantienen de forma continuada. La historia moderna del país comenzó en los tiempos de la India colonial británica, cuando algunos musulmanes como el escritor y filósofo Allama Iqbal y el padre de la independencia, Muhammad Ali Jinnah, iniciaron la lucha por crear un Estado soberano. A diferencia de India que es un Estado laico, Pakistán es una república islámica desde 1956. Ello no quiere decir que en la primera no se viva la religión, o mejor dicho las religiones, ya que la mayoría de su pueblo practica el hinduismo, tiene 140 millones de musulmanes y existen otras muchas creencias. Pero el legado de Nehru se ha mantenido en India a lo largo de su corta historia moderna, siendo éste la citada laicidad del Estado y la fortaleza de las instituciones democráticas. No ocurre lo mismo con un Pakistán caracterizado por la alternancia de períodos de dictaduras militares (Ayub Khan en la década de 1960 y los generales Muhammad Zia Ul Haq en los años 1980 y Pervez Musharraf a partir de 1999) y de gobiernos democráticos (Zulfiqar Ali Bhutto, Benazir Bhutto, Nawaz Sharif).La andadura de los dos nuevos Estados quedó marcada para siempre, después de la descolonización, por los enfrentamientos sangrientos y trágicos y por las disputas territoriales que aún se mantienen y que la memoria colectiva ha recogido para siempre. De ahí las guerras, la carrera armamentística, la lucha por ser potencias nucleares, la constante movilización militar, el estado de alerta permanente, las fronteras militarizadas, el riesgo de una guerra a gran escala que desequilibre el planeta. La conmemoración de este sesenta aniversario del nacimiento de ambos países se ve empañada por una situación que, lamentablemente, irá a peor, aunque EE UU esté ejerciendo de gendarme entre ambos en defensa de sus intereses. Estrechar lazos con el Gobierno de India y mantener la alianza con el cada vez más islamizado y radical Pakistán no es nada fácil. Probablemente, ni Mohandas Gandhi, ni Jawaharlal Nehru, ni Mohamed Ali Jinnah, ni otros tantos querían una situación como la actual, pero los deseos nunca son las realidades imaginadas, por mucho que la literatura folletinesca intente convencernos de ello.

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