martes, agosto 07, 2007

Crisis abierta en el PSN

martes 7 de agosto de 2007
Crisis abierta en el PSN
EL disparatado proceso de pactos en Navarra se ha cobrado, como era lógico, la cabeza del candidato del PSN a la presidencia del Gobierno foral. Aunque le ha faltado capacidad para gestionar una situación tan compleja, el dimitido Fernando Puras sólo tiene una parte de la culpa en la crisis galopante que vive su partido. En realidad, estaba claro que el supuesto ejemplo de «responsabilidad», proclamado en Ferraz después de imponer su criterio a la Ejecutiva regional, era la expresión de un buen deseo o una simple maniobra de distracción. Hay crisis, y muy seria, en el seno del socialismo navarro, como ayer se demostró sin rodeos en el máximo órgano interno. Cosa lógica, sin duda, porque este mismo órgano había acordado gobernar en coalición con NaBai e Izquierda Unida y ahora tiene que dar marcha atrás ante las exigencias de La Moncloa, transmitidas a través de su «larga mano» en el partido, José Blanco, dispuesto a desplazarse a Pamplona sólo cuando los ánimos estén más tranquilos. La irritación es natural, no ya sólo por la necesidad de «tocar» poder después de muchos años en la oposición, sino porque en el fondo estaban haciendo lo que Zapatero planteó desde el comienzo mismo de su mandato presidencial.
Aquí reside la clave del asunto. El PSOE lleva años tratando de alcanzar un acuerdo de fondo con nacionalistas y radicales de todo tipo para relegar al PP a los márgenes del sistema. Romper el bloque constitucionalista en el País Vasco y desplazar a los foralistas del Gobierno de Navarra eran -y siguen siendo pese a la coyuntura- dos objetivos irrenunciables. El PSN, siguiendo el manual, pretendía cumplir su parte en un programa que venía trazado desde fuera. Por la mínima, las urnas permitían un gobierno multipartido que pusiera fin a la larga hegemonía de UPN. Cuando todo estaba preparado para ejecutar la última fase del plan, llegan las órdenes contradictorias, que sólo pueden explicarse por la proximidad de las elecciones generales. El nuevo enfoque del PSOE pasa por diseñar una imagen de aparente «españolidad» que tiene sumidos en el desconcierto a todos los que contribuyeron a trazar el camino en el sentido opuesto. Las promesas de futuro significan muy poco en política. Ni el PSN ni los nacionalistas vascos están dispuestos a escuchar cantos de sirena de cara al hipotético supuesto de que Zapatero vuelva a triunfar en las urnas. Lo único claro es que han rozado con los dedos el poder político en Navarra (con algunas importantes derivaciones económicas, como es el caso de la Caja de Ahorros) y al final se han quedado con las ganas. Por eso Puras se tenía que marchar sin remedio y no sería extraño que en los próximos tiempos hubiera novedades en el resto del equipo directivo. Todos ellos han sido, al tiempo, ejecutores y rehenes de una política que atiende a consideraciones coyunturales y oportunistas. No es extraño que ahora hayan tenido que soportar las iras de muchos de los suyos, dejando al PSN sumido en una crisis profunda y de imprevisibles consecuencias.
Por si acaso el asunto se vuelve a ir de las manos, los socialistas no quieren más retrasos en la Comunidad foral, de ahí que la presidenta del Parlamento -muy crítica con Ferraz- esté dispuesta a convocar con urgencia el pleno de investidura que permitirá a Miguel Sanz continuar al frente de Navarra con la abstención de los diputados del PSN, siempre y cuando se respete la disciplina de voto. Una y otra vez, el objetivo es dejar sin munición al PP. Entregar Navarra a los anexionistas vascos, por muy moderado que sea su disfraz, era -en el nuevo escenario abierto tras la ruptura del alto el fuego-, una baza demasiado fuerte para regalar a la oposición, una vez consumado el fracaso del sedicente «proceso de paz» y en espera de que lleguen tiempos mejores. La cuerda se ha roto por el lado más débil. En este caso, un partido regional cuyo dirigente no ha sabido o no ha podido repetir el «montillazo» que practicaron los socialistas catalanes a través de una política de hechos consumados. Al menos, la España constitucional sale ganando por ahora, aunque sea por medio de un gobierno minoritario que estará sujeto a todo tipo de presiones y que depende, en mayor o menor medida, de un PSN roto en pedazos.

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