miércoles, agosto 15, 2007

Con Sarkozy, tambien Francia se une al club de las Azores

Con Sarkozy, también Francia se une al club de las Azores
Luis Miguez Macho

No hay alternativa al liderazgo estadounidense en la defensa de Occidente, y Sarkozy ha decidido por ello poner fin al obstruccionismo de Francia, sin renunciar a sus intereses nacionales

15 de agosto de 2007. Como comentaba en un artículo anterior, el interés de la opinión pública por los asuntos internacionales en general y por la política exterior en particular es más bien reducido. Por supuesto, esto no sólo sucede en nuestro país, aunque en España tenemos el problema añadido de contar con unas elites intelectuales y mediáticas cuya percepción de lo que exigen nuestros intereses en el exterior es especialmente miope. El inefable titular actual de la cartera de Exteriores constituye todo un símbolo de ese estado social y de opinión.Por ello sorprende que los sondeos de opinión revelen que los ciudadanos tenían la correcta percepción de que José María Aznar defendía bien los intereses españoles en la Unión Europea, mientras son conscientes de que ahora José Luis Rodríguez Zapatero no es capaz de hacerlo. Con razón la noticia se hizo merecedora de la atención editorial de este diario ayer; sólo falta que descubramos a continuación que nuestros compatriotas han acabado por comprender el giro que Aznar imprimió a la política exterior española, foto de las Azores incluida.A lo mejor ayuda el ver en amor y compañía a George Bush y a Nicolas Sarkozy, compartiendo hamburguesas y perritos calientes. Esto es algo que sin duda resultará incomprensible para esas elites a las que antes me refería y que, cegadas por una verdadera nube de prejuicios sectarios, viven en la absurda ilusión de concebir a Europa como contrapoder de los Estados Unidos de América.Voy a formular una pregunta muy sencilla que ayudará a entender por qué digo que esa concepción geoestratégica es delirante. ¿Existe hoy alguna nación de la Unión Europea, salvo quizá Inglaterra, que esté dispuesta a mandar a sus hijos por cientos de miles a luchar y a morir cerca o lejos de sus fronteras, para proteger, de manera acertada o equivocada, su lugar en el mundo?Claro que no. Estados Unidos sí. Pues entonces dejémonos de tonterías: no hay alternativa al liderazgo estadounidense en la defensa de la Civilización occidental, salvo la de rendirse ante quienes pretenden destruirla, como propone nuestro lamentable presidente del Gobierno. Pero eso, en realidad, no es una alternativa, sino un suicidio colectivo.Todo esto no significa, también lo he dicho muchas veces, y estoy seguro de que alguien como Nicolas Sarkozy lo entiende así, compartir o secundar todos los proyectos y aventuras exteriores de una superpotencia que se ha demostrado bastante inepta como poder imperial. Ahora bien, para bien o para mal, nuestra supervivencia depende de sus hombres y de sus armas, porque los europeos, por separado o unidos en un mercado común, ya no somos capaces de defendernos por nosotros mismos.Sí, lo de Cuba, Filipinas y Puerto Rico fue una cochinada y los yanquis se merecían, como proponían los antecesores de nuestros periodistas y creadores de opinión actuales, que hubiésemos reducido a ruinas Nueva York con los poderosos cañones de nuestra flota. El problema es que hoy día hasta para mandar unos pocos de cientos de soldados por el mundo adelante tenemos que disimular la osadía hablando de "misiones de paz" y "tareas humanitarias", así que ya sabemos lo que nos queda. También lo sabe Sarkozy, que tiene bombas atómicas, pero también al enemigo en casa.

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