lunes, agosto 20, 2007

Carlos Semprun Maura, Sopa boba

martes 21 de agosto de 2007
Carta de París
Sopa boba
Pero incluso siendo analfabeto en cuestiones bursátiles, sé que las bolsas del mundo entero son empresas privadas que no obedecen ni a las órdenes ni a los deseos de un presidente francés.
Carlos Semprún Maura

Desde su lago vacacional, Nicolas Sarkozy intervino firmemente ante la reciente crisis bursátil. Escribió a Ángela Merkel, "exigió" una cumbre extraordinaria del G-8 y declaró a la prensa que había que "moralizar el capital financiero". En resumen, hizo el ridículo. Mientras tanto, la Reserva Federal bajó los tipos y la crisis se apaciguó.
No es imposible que aquí o allá se verifiquen nuevas sacudidas, pero lo que me ha llamado la atención es la vieja demagogia "anticapitalista" de los dirigentes franceses. Chirac despotricó contra los que "ganaban fortunas mientras dormían", o sea, los capitalistas financieros como George Soros, sin darse cuenta que el que dormía era él, fingiendo presidir Francia.
Yo no tengo ni he tenido en mi vida ninguna acción, pero no por falta de ganas sino de pelas. Pero incluso siendo analfabeto en cuestiones bursátiles, sé que las bolsas del mundo entero son empresas privadas que no obedecen ni a las órdenes ni a los deseos de un presidente francés. También lo sabe Sarkozy y si finge lo contrario es a uso interno: el "anticapitalismo" es muy popular en Francia, hasta el punto de que la única primera ministra de la historia francesa, Edith Cresson (que fue un desastre), declaraba abiertamente que a ella la Bolsa la importaba un bledo.
Ciego, pues, y avanzando lentamente con mi bastón blanco, intuyo que si tantas empresas se meten en las bolsas del mundo entero es porque les resulta beneficioso, aumenta sus recursos y sus capacidades productivas. Al mismo tiempo sé, o mi bastón blanco me señala, que las bolsas, participando en el desarrollo económico mundial, a la vez son como casinos en los que se juega a la ruleta. "Jugar a la baja", por decirlo de alguna manera, arruina o empobrece a algunos pero enriquece a otros, según la regla de comprar cuando bajan y vender cuando suben eso que llaman acciones. Las cosas son, desde luego, más complicadas.
Este lunes Sarkozy está de vuelta y tiene varias reuniones gubernamentales, una de ellas económica, porque desde ese ángulo la situación en Francia no es buena, aunque desde el ángulo del clima es peor. El ministro de Exteriores, Bernard Kouchner, está en Irak. Con segundas malévolas, la prensa de izquierdas –toda la prensa gala lo es– relaciona esa visita oficial a la garden-party de Sarkozy con los Bush (¿veis cómo se ha rendido?), pero también recuerda que Kouchner fue el único líder político de izquierdas que criticó las posiciones de Chirac y Villepin, favorables a Sadam Hussein y antiyanquis. Hubo otro, del que nadie habla, y que es sin embargo uno de los pocos políticos franceses inteligentes, Pierre Lellouche, diputado de la UMP, al que Sarkozy ha encerrado en un armario en vez de nombrarle ministro de Exteriores.

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