martes, agosto 14, 2007

Carlos Semprun Maura, La crisis de los socialistas franceses

martes 14 de agosto de 2007
Carta de París
La crisis de los socialistas franceses
Nadie se atreverá a romper con ese esquema burocrático y sovietizante, cuyo eje, cumbre y dios es el Estado todopoderoso y todobondadoso, disfrazado de Estado de bienestar.
Carlos Semprún Maura

El partido socialista francés vive uno de los peores momentos de su historia. No en términos electorales, curiosamente, porque aunque perdieron en la segunda vuelta de las últimas legislativas, no fueron, ni mucho menos, aplastados como se preveía, pero sí en términos partidistas. Su error, claro, fue el de apostar por Ségolène Royal, porque era mujer guapa y popular en los sondeos, pero tonta de remate. Al haber perdido las presidenciales, lógicamente ha perdido también prestigio y popularidad, y sobre todo, apoyos en su partido. Pero la desgracia para el PS es que sigue siendo la única "candidata posible".
Strauss-Kahn se ha suicidado políticamente, en Francia, aceptando ser candidato a la dirección del FMI. Jack Lang se ha suicidado, aceptando formar parte de la comisión de reformas de las instituciones nombrada por Sarkozy y presidida por Balladur. De Bernard Kouchner más vale no hablar. Michel Rocard, ya antes de su operación en Calcuta por una hemorragia cerebral –según su mujer, lo que más le había gustado de su estancia hospitalaria fue la llamada telefónica de Sarkozy– sólo podía pretender ser un modesto asesor. ¿Pero para asesorar a quién?
No solo no tienen un líder, ni líderes alternativos, aparte de la catastrófica Royal, sino que no tienen ideas. La rebelión de los "cuadras" (cuadragenarios), que quiere encabezar Manuel Valls, el diputado-alcalde de Evry, acierta en muchas de sus críticas sobre el funcionamiento del PS, su burocracia autoritaria, y a la vez su delirio mediático que convierte las elecciones en concursos de belleza o popularidad, al estilo del Gran Hermano, y de Star Academy. También llevan razón al afirmar que el PS no tiene programa. El problema es que ellos, los "jóvenes", no presentan ni la menor alternativa, limitándose a repetir que hay que buscar nuevas ideas.
Viejos y jóvenes dirigentes siguen inmersos en lo que Marc Fumaroli calificaba ya en 1992 de "tercera vía francesa: ni comunismo, ni capitalismo, [que] ha terminado por dar a luz un monstruo que conyuga dos inmoralidades, dos esterilidades, la del comunismo y la del capitalismo de estado". En eso siguen todos y apuesto que se confirmará con la avalancha de libros prometidos para la rentrée. No faltará el de Ségolène Royal, ni el de Lionel Jospin ni veinte más. Nadie se atreverá a romper con ese esquema burocrático y sovietizante, cuyo eje, cumbre y dios es el Estado todopoderoso y todobondadoso, disfrazado de Estado de bienestar.
En vez de defender el capitalismo de estado, podrían defender la iniciativa ciudadana, con la creación de cooperativas obreras, campesinas o artesanas. En vez de combatir la mundialización deberían apoyarla, colgando a José Bové a la primera encina. En vez de mantenerse en su estúpido antiyanquismo, deberían combatir el islamismo radical, totalitario y terrorista. En vez...
Me callo, que estoy pidiendo peras al olmo.

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