miércoles, agosto 29, 2007

Carlos Semprun Maura, La arrogancia francesa

jueves 30 de agosto de 2007
Carta de París
La arrogancia francesa
Como tantas veces, este discurso de Sarkozy fue ambiguo, contradictorio y exageradamente nacionalista, porque Francia no tiene la posibilidad de ejercer ese liderato mundial que pregona.
Carlos Semprún Maura

Hoy tiene lugar el sepelio de Raymond Barre, que fue profesor de Economía, primer ministro de Giscard D’Estaing, diputado-alcalde de Lyon y antisemita. Todos asisten al entierro, Sarkozy, Fillon, Bayrou, Fabius, etc, y todos le coronan de flores: gran economista, político moderado y demás cumplidos funerarios. Comenzó su carrera política tarde, cuando fue nombrado por De Gaulle vicepresidente de la Comisión de Bruselas. El mismo Barre explicó que el general le había confiado dos misiones claras: impedir la entrada del Reino Unido en la UE y fortalecerla económicamente frente (o contra) los Estados Unidos.
Ya entonces el eje franco-alemán era para De Gaulle el motor de la pequeña Europa, que si no me falla la memoria lo formaban seis países. Pero De Gaulle jamás quiso que las naciones que formaban la Unión se disolvieran para crear, "desde arriba" y autoritariamente, un superestado burocrático europeo. Podemos constatar el camino recorrido: Reino Unido forma parte a su manera de la UE, que cuenta 27 estados miembros, pero el superestado sólo funciona a ratos, porque si bien las instituciones europeas pueden imponer sus criterios a los gobiernos nacionales en materias económicas y judiciales, por ejemplo, la Europa política, diplomática y de Defensa sigue sin existir. Menos mal.
En cambio lo que está en debate, hoy, es la entrada de Turquía. Esa misma Turquía donde los islamistas han logrado imponer a Abdullah Gül como presidente de la República. Le Figaro, entre otros medios, saludaba esta "victoria de la democracia" contra "la burocracia laica" y el Ejército. ¡En qué mundo vivimos! Las cosas no serán sencillas, porque el presidente Sarkozy, en su discurso de política internacional ante los embajadores, reunidos en el Palacio del Eliseo, acaba de reafirmar su oposición absoluta a la entrada de Turquía en la UE.
Como tantas veces, este discurso de Sarkozy fue ambiguo, contradictorio y exageradamente nacionalista, porque Francia no tiene la posibilidad de ejercer ese liderato mundial que pregona. Mostrándose firme en cuanto a su oposición a la entrada de Turquía, fue más firme aún en oponerse a que Irán se dote de armas nucleares, afirmando que había que impedirlo por todos los medios, incluso los militares. Al mismo tiempo, se permitió "exigir" a los Estados Unidos que hagan oficial un calendario preciso para la retirada de sus tropas de Irak.
Tratándose de Irak, los franceses deberían mostrarse más discretos, porque han sido catastróficos. Con Chirac defendieron a Sadam Hussein hasta el último momento y se mostraron tan antiyanquis como Hugo Chavez. Si bien es cierto que eso ha cambiado algo, no lo es menos que la reciente visita de Kouchner ha sido un chasco diplomático. Y, además, teniendo en cuenta el caos actual en Irak, ¿quién es el listo que puede prever un "calendario preciso" para la retirada de las tropas aliadas? Sarkozy, desde luego, no.

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