Blanca Sanchez, El sambo Manuel

jueves 16 de agosto de 2007
El sambo Manuel
Blanca Sánchez de Haro
D OS novios tiene España y poco puede elegir; uno la engaña y el otro no deja de sufrir. “Cuando la tarde languidece y renacen las sombras, en la quietud de los cafetales vuelven a sentir, esa triste canción de amor de la vieja molienda que en el letargo de la noche parece decir: una pena de amor, una tristeza lleva el sambo Manuel en su amargura y va pasando las noches moliendo café”. No se por qué pero cuando pienso en el Sr. Rajoy, siempre me viene a la cabeza esta canción. Quizá sea por esa mirada melancólica que nos pone cuando nos habla de optimismo, de cambio, de lucha frente a la política defenestrada de su contrincante el Sr. Zapatero. Sea quizá también por la voz empañada por la pena y ese aire de hombre oscuro con tragedias inconfesables que le otorgan un halo de atractivo misterioso. Y lo imagino por las noches, como al sambo Manuel, muriendo de amor al son de una melancólica cantinela, mientras muele y muele café. En algún lugar del país, aunque sea tumbado a la sombra de un arbusto de Doñana, alguien sonríe mientras mece su tumbona al ritmo de una samba que desde los lejos, “se deja sentir” El amor debe ser alegría, eso desde luego no lo sabía el sambo Manuel y el señor Rajoy tampoco lo sabe. Ustedes ven al Mariano Rajoy, con cara, haceres, maneras y pinta de político. Pues yo, no. Ya ven. Yo no, yo lo veo como el sambo Manuel, sufriendo por un amor que él sólo guarda en el misterio de su memoria. Y terminará agosto, y habrá que volver al cole, pero entonces quizá el señor Rajoy al que ya no le queden excusas para querer ser como el sambo Manuel, quiera ser como el niño chillón de la mochila azul. Y cuando pensemos en él, se nos venga a la cabeza esa cantinela de: “La de mochila azul, la de ojitos dormilones, me dejó gran inquietud y bajas calificaciones. Ni al recreo quiero salir, no me contento con nada, no puedo leer ni escribir, me hace falta su mirada”.