jueves, agosto 09, 2007

Blanca Sanchez, De un compañero

jueves 9 de agosto de 2007
De un compañero
Blanca Sánchez de Haro
H OY, me gustaría reproducir aquí un breve artículo de un compañero de otro diario; Miguel Ángel P. Como en cualquier página donde podamos debatir ideas y opiniones libremente, Miguel Ángel es, en ese digital, mi contra ego. Nunca estamos de acuerdo cuando exponemos los temas que nos preocupan; ni en la forma de enfocarlos o de analizarlos, ni en las bases morales o de opinión en las que apoyamos nuestros argumentos, sin embargo siempre hablamos de los mismos temas. Su idea de la familia y la sociedad está basada en valores para mí excesivamente tradicionales y cerrados. Mis ideas sobre el progreso social de occidente son para su opinión, una falacia de soñadores aprovechada por el gobierno para someternos a la más absoluta ignorancia. Y no es por ser tan diferentes, sino porque Miguel Ángel es una especie de Ivanhoe con la lanza siempre en ristre; directo, incisivo e hiriente en lo que cuenta. Se que en el fondo es una persona muy tolerante, pero si te limitas solo a leer sus artículos y no hurgar entre líneas, cualquiera lo diría. De tanto y tanto contradecirnos acabamos los dos profesándonos gran simpatía. Yo siempre con todo mi cariño le acuso de demagogo y cerrado en ideas demasiado tradicionales. El a mí, aunque no lo diga (es un caballero), de ingenua y de “progre”. Es precisamente este calificativo el que nos trae de un lado a otro siempre discutiendo el significado de las palabras “facha” “pogre”,y mi empeño de siempre; aquí, allí y en todos lados, de defender que esos adjetivos no definen personas ni ideologías ni nada de nada, que se han manipulado hasta tal punto que incluso se utilizan para calificar a personas que, aunque quizá por caminos diferentes, quieren en este país llegar al mismo sitio: Un país donde vivir en paz, unidad, con las mismas oportunidades para todos, con una economía desahogada, y un concepto de sociedad donde todo el mundo se sienta protegido por las leyes y por las decisiones de quienes les gobiernan. Siempre defiendo también ante sus aguerridas ideas y su afiladísima pluma, la necesidad de no usar de las ideas como si fueran misiles unos contra otros, de no generalizar cuando esos misiles se lanzan. Al fin y al cabo, hacer eso es dejarse llevar por la crispación en la que nuestros señores de la política nos han sumergido. Pero él es tan apasionado que cuando lo que considera una injusticia enciende su cólera, no deja títere con cabeza, eso si con la habilidad de llamar a las cosas por su nombre sin ofender nunca. Ayer, su artículo me sorprendió sobremanera, está totalmente alejado de su estilo y de las piedras de fuego que envían siempre sus palabras. Me emocionó uno de sus párrafos que reproduzco a continuación. Quizá ese tono amable y tierno que nunca le había conocido en sus escritos, tenga que ver con la emotiva historia que cuenta para ilustrar el artículo, digna de leerse también pero que no copiaré aquí por no extenderme. “Una breve e insignificante historia de las tantas habidas en la vieja España , una historia de todos , una historia que hoy, en una sociedad escasa de valores donde la familia está devaluada por unas políticas autodenominadas de “progreso”… hacia el abismo, quiero recordar en la figura de un simple padre. Seguro que muchos lectores la sentirán cercana a las vividas por sus padres o abuelos, vaya por ellos con todo el cariño y afecto de una humilde persona que nadando contracorriente creé todavía en el esfuerzo para alcanzar metas, en la convivencia armónica de las personas lejos de imposiciones lingüísticas promovidas por políticos irresponsables, en la moderación en la defensa de las ideas desde posiciones firmes pero de respeto hacia las contrarias, en una España sin peligrosos nacionalismos, una España europea aglutinadora de una derecha y una izquierda civilizadas unidas por el objetivo último del bienestar de los ciudadanos con unos políticos honestos ajenos a la corrupción y los sobresueldos a costa del trabajo de los contribuyentes”. “ Tu eres alto y yo bajita, tu eres rubio y yo tostá. Yo de Sevilla la llana y tu de Puertoreal. Que no tiene ná que vé, el color y la estatura con las cosas del querer.”

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