jueves, agosto 23, 2007

Blanca Alvarez, Evolucion

Evolución
23.08.2007 -
BLANCA ÁLVAREZ b.alvarez@diario-elcorreo.com

Hoy me siento ligera, evanescente, sin olor y volátil. No crean, nada tiene que ver con el anuncio de las compresas. La ciencia acaba de explicarme la razón antropológica de la sustancial diferencia entre los seres humanos. Verán, no se trata de que toda la Humanidad haya ido evolucionando, poco a poco, desde al árbol hasta la bomba atómica, no señor, en realidad hemos estado conviviendo bichejos bípedos en diferentes grados de evolución. O sea, el homo habilis, vecino de tiempo y territorio con el homo erectus. Por ejemplo. Traducido a nuestros días, el homo depredator con el homo sapiens, el homo gilimemo con el homo común. Sin posibilidad de evolución. O sea, primos, no hermanos.Así me explico la diferencia abismal entre un creador genial y un tipo con el éxito de cara. El genio puede pintar y dejarse fotografiar en gayumbos, como Picasso, sin hacer el ridículo; puede vender, por pura guasa, sus excrementos enlatados y transformar la charada en objeto de arte cotizable entre coleccionistas, como Manzoni. El tipo con éxito, pintará paisajes de almanaque, pero vestirá de manera impecable, jamás se dejará ver en ropa interior, entenderá de relaciones públicas, hablará de arte sin que le corra por las venas. El genio soñará genialidades; el mediocre estudiará el mercado y sus necesidades con el fin de adaptarse. El mediocre se tomará en serio a sí mismo y su obra; al genio le importará un pimiento la opinión de los mediocres y se reirá de su sombra por puro instinto inteligente.Un creador mediocre jamás evolucionará hacia la genialidad; no tendrá una ocurrencia diferente así la intente plagiar. Como mucho será listo para andar a la caza de por dónde le vendrán los tiros innovadores y encontrará un hueco en su agenda para chanchullear un apaño en el mercado de las novedades. Fluctuará de flor en rama, no porque busque el modo de encarnar sus pesadillas, sino porque, en el fondo, sabe de su medianía y habrá de estar siempre corriendo tras la cresta de la ola para no perder la comba que tantas cenas, jurados, amistades, renuncias y aburrimientos le ha costado, sin comprender la magia de las mareas. Agotadito en su carrera para no moverse un centímetro del peldaño tan duramente escalado. Jamás regalará una pincelada, una frase, lo contabilizará en dinero porque le cuesta tanto pergeñar un simulacro de arte que nunca estará en disposición de regalarse.Un genio sufrirá o se divertirá con su propias neuronas, pesadillas, búsquedas, aciertos Se reirá sin mirar si lo miran, vivirá con la pasión intacta de los dioses, correrá no para estar en la cresta de la ola sino para hacerla crecer con su impulso irrefrenable. Jamás pensará en cuánto puede vender una pincelada porque no le importará regalar a la niña de la portera que le sonríe por las mañanas una obra de arte, para ella sola. No somos hijos de la misma rama, no señor. Dentro de mil años, en una excavación, los expertos diferenciarán nuestros restos y se sorprenderán de la extraña convivencia entre el homo estúpidus, el homo honestus, el homo depredator, el homo sapiens...

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