Antonio Cubero, Malditos putos mareos

miercoles 29 de agosto de 2007
Malditos putos mareos Antonio Cubero

Antonio Puerta y la gracia con la que regateaba sus “putos mareos” ya no jugarán más entre nosotros. Nos ha dicho adiós en pleno partido de la vida y el mismo día que nos quedamos sin la castiza chulería del inventor de palabras Francisco Umbral, que deja de mirarnos a través de su acristalada miopía y uno después de que nuestra vecina más cachonda de la televisión Emma Penella nos haya dejado el agradable recuerdo de su vozarrón, más propia para animar desde la grada de un campo de fútbol que de toda una señora de la escena como fue.
La muerte ha sacado su guadaña en forma de tarjeta roja a Puerta un par de horas antes de las cinco de la tarde, en hora de toros en la Maestranza, charla técnica y conjuras de victorias en el vestuario del Sánchez Pizjuán y siesta ‘express’ para aficionados ‘palanganas’ que sueñan con un Sevilla afianzado entre los grandes de Europa...
Jugador de la escuela más pura y moderna de un sevillismo centenario que hoy recuerda y llora más al Puerta persona que al Puerta futbolista. Y esto dice muy mucho de quien con su muerte ha logrado que Sevilla, sevillistas y béticos, se unan en un mismo lamento. Un Puerta joven, dicen que gracioso que no ‘grasioso’, que ha tenido el corazón de España en un puño durante tres largos días. Un Puerta profesional que nos abre la interrogante de que sepamos de una vez por todas cuál es la salud de nuestro deporte y nuestros jóvenes soñadores de éxitos y fortuna.
Mientras tanto, hasta que la severidad de unos controles médicos más exhaustivos no se imponga en la escala de valores deportivos a la necesidad de conseguir la victoria, a la fama y al dinero, mucho me temo que tendremos que seguir llorando por unos malditos putos mareos que nos han dejado sin Antonio Puerta.
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