jueves, agosto 30, 2007

Aniel Reboredo, Matadlos, matadlos a todos en el vientre de sus madres

«Matadlos, matadlos a todos en el vientre de sus madres»
31.08.2007 -
ANIEL REBOREDO

Matadlos, matadlos a todos en el vientre de sus madres». Esta frase del escritor y corresponsal de guerra Iliá Grigórievich Ehrenburg, de cuya muerte se cumplen hoy, 31 de agosto, 40 años, resume el comportamiento de las tropas rusas con los alemanes en la Segunda Guerra Mundial y más concretamente cuando ocuparon las ciudades del moribundo Tercer Reich. Previamente, el gran desastre humanitario y demográfico de estos años se vio precedido de dos experimentos bélicos nada desdeñables, la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil española. El conflicto fratricida entre españoles, desde el punto de vista de la comunicación, fue uno de los bancos de pruebas más importantes del siglo XX para la propaganda de guerra, que se comenzó a utilizar como 'arma bélica', al igual que el cine ('Fábrica de sueños', realizada por Ehrenburg en 1931) y la literatura, y que se consolidaría durante la Segunda Guerra Mundial. Ya en esta coyuntura histórica de la Guerra Civil española, la URSS envió a varios de sus periodistas más destacados del momento a un conflicto que consideraba crucial para sus intereses. El mencionado Ehrenburg y Mijaíl Efímovich Koltsov, corresponsales de 'Izvestia' y 'Pravda' respectivamente, fueron los dos profesionales soviéticos de mayor renombre que recalaron en España. El primero, escritor, periodista y diplomático de origen judío fue observador, sagaz, irónico, cruel y sórdido en sus artículos y en sus obras sobre España ('España, república de trabajadores', 1932; 'No pasarán', 1936 y 'Guadalajara: una derrota del fascismo', 1937). Nacido en Kiev (1891), fue el novelista, poeta y ensayista más leído en la época estalinista y el que más premios consiguió en la URSS. Asimismo, en los primeros años de la Revolución y en el estalinismo del 'realismo socialista' fue, junto con Alexei Tolstoi, su principal paradigma en un periodo literario y artístico en el que la prosa desterró a la poesía simbolista, acmeísta (Kuzmin), futurista (Vladímir Maiakovski), imaginista (Cherchenevich) y constructivista (Selvinski), y en el que los escritores de la contrarrevolución fueron eliminados. Curiosamente fue así a pesar de que en el Primer Congreso de Escritores Soviéticos, celebrado en Moscú en agosto y septiembre de 1934, se opuso a las tesis de Máximo Gorki a favor de la doctrina del 'realismo socialista'.Quien llegó a ser amigo de Buenaventura Durruti desde 1931 se inició en política participando en un movimiento revolucionario ruso (1905) que le llevó a la cárcel y al exilio en París desde 1908. Aquí comenzó a escribir poesía, influido por Paul Verlaine y Konstantin Balmont entre otros, a la par que incluía entre sus amigos a Pablo Picasso, Guillaume Apollinaire y Ferdinand Léger. En la Primera Guerra Mundial hizo su bautismo de fuego ('Rezo para Rusia', 1917) como corresponsal de guerra. Terminada la contienda, vivió varios años en Kiev, Moscú y otras ciudades rusas, ampliando su círculo de amistades (Vladímir Maiakovski, Sergei Esenin, Boris Pasternak...). Desengañado con lo que ocurría en la URSS, inició su segundo exilio en 1921, año en el que escribió su mejor obra, la que ridiculiza al Occidente capitalista y al sistema soviético, 'Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos'. A ésta la siguieron 'Trece pipas' (1925), 'Citroën 10 H.P.' (1925), 'Una calle de Moscú' (1927), 'La vida agitada de Lásik Roitschwantz' (1928), 'El día segundo' (1934), 'La caída de París' (1941) y las ya citadas 'No pasarán' y 'Guadalajara: una derrota del fascismo' que lo reconciliaron con el régimen estalinista. Junto a Koltsov, agitador leninista y hombre de acción fiel a un Stalin que lo condenó a muerte en uno de los Procesos de Moscú, convencieron a los lectores de que el folletín y el artículo periodístico eran un arte.El origen judío de Ehrenburg, además de justificar el odio a los alemanes, le llevó a comprometerse y denunciar el genocidio llevado a cabo en los territorios ocupados por las URSS mediante el Comité Antifascista Judío (creado en abril de 1942). De este comité formaron parte Vasili Grossman, héroe nacional y uno de los grandes escritores de la época soviética, reportero para el periódico del ejército entre 1941 y 1945, cuya obra maestra 'Vida y destino' fue prohibida por el régimen comunista y al que se condenó al ostracismo hasta su muerte en 1964; Solomon Mijoels, actor y presidente del citado comité que fue asesinado en Minsk en enero de 1948; los trece miembros del comité fusilados en agosto de 1952 (Ehrenburg y Grossman tuvieron la suerte de no estar entre los detenidos en la primera redada); los médicos judíos acusados de conspirar para asesinar a líderes soviéticos en enero de 1953 que se libraron de una suerte similar al morir Stalin dos meses más tarde; entre otros. Nunca imaginaron los 'depurados' que el sistema soviético pudiera ser antisemita pero, una vez finalizada la guerra, descubrieron la amarga verdad con los años de dura represión (1948 a 1952) y con la lucha sorda contra el Comité Antifascista Judío. La verdad despiadada de la guerra de la que hablaba Vasili Grossman fue cruelmente desairada por las autoridades soviéticas con su intento de ocultar información sobre el Holocausto. El 'Libro Negro', el magno proyecto de Grossman y Ehrenburg, que recogió los horrores contra los judíos, apoyado en 1943 por la Oficina de Información Soviética, fue prohibido en octubre de 1947. A lo largo de este artículo hemos podido comprobar una de las tristes realidades de la historia de la URSS y del estalinismo, la represión, asesinato y marginación de muchos de sus grandes defensores por un régimen despótico y paranoico. Koltsov, Grossman, Mijoels. ¿Por qué no Ehrenburg? Nunca sabremos si fue suerte, como él escribió en más de una ocasión; que pesara más el hecho de que Stalin lo rentabilizara como un ejemplo de libertad del régimen ante Occidente, o que la muerte del tirano evitó lo que parecía inevitable. En cualquier caso, después del fallecimiento de Stalin escribió varios libros más, entre los que destacan 'El Deshielo' (1954), que daría nombre a una época nueva, y las memorias de varios tomos 'Gente, años, vida' (1962), que serían su confesión y acto de contrición. A ellos habría que añadir 'La Tempestad' (1949), 'La Novena Onda' (1952) y 'En busca de Chéjov' (1962). Convertido en una de las figuras soviéticas más destacables y visibles, en diputado del Sóviet Supremo y en mensajero respetado de la URSS, aunque nunca fue miembro del Partido Comunista, se movió libremente y visitó diferentes países en los que participó en importantes actos culturales en plena Guerra Fría. El valor de personajes como Ehrenburg radica en que hicieron de su vida un compromiso digno de contemplarse en una época como la presente, ya que fueron protagonistas y testigos de una etapa terrible y a la par apasionante de nuestra historia.

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