jueves, agosto 16, 2007

Alfonso Rojo, Adorando al diablo

jueves 16 de agosto de 2007
Adorando al Diablo
POR ALFONSO ROJO
Aquí, políticos y periodistas incluidos, el personal sigue en el tostadero y la única noticia parece ser el tono macarra con que la ministra Maleni responde a quienes critican la ineficacia de Fomento, pero la cosa está que arde en el mundo. En sentido literal.
Dicen los expertos en comunicación que, de cara a la próxima década, sólo hay dos grandes temas: la incorporación de China a la economía mundial y el terrorismo islámico.
Respecto al primer asunto ya tenemos claro que será un fenómeno apacible. Si la gasolina está por las nubes, no es porque haya turbulencias en Medio Oriente, sino porque los chinos han descubierto el coche y son más de mil millones.
Lo mismo sucede con un amplio rosario de materias primas y eso no es todo. El planeta está inundado de juguetes «Made in China» decorados con pintura contaminada con plomo o con imanes susceptibles de ser tragados por nuestros hijos. Si los chinos meten eso en los juguetes infantiles, que no pondrán en camisetas, televisores y perfumes.
En cualquier caso, el «peligro amarillo» no es nada al lado de lo que representa el fanatismo islámico.
El horror del 11-M parece algo lejano, una especie de mal sueño y sin embargo el riesgo sigue ahí. Hace tres días, en Indonesia, una inmensa muchedumbre reclamó un Califato que incluya a España. Hace dos, en Irak, cuatro terroristas suicidas a bordo de camiones cargados de gasolina masacraron a tres centenares de vecinos de la comunidad yazidí.
Los muertos pertenecen a una secta mayoritariamente kurda que adora al ángel Melek Taus, al que algunos musulmanes consideran el Demonio. Ayer en Kabul los fanáticos islámicos asesinaron a tres policías alemanes.
Afirma «The New York Times» en un sesudo y documentado artículo, que las cosas van mal en Afganistán porque Bush se ha distraído con Irak. Y son legión quienes sostienen que Bush no se debería haber metido en Irak.
No estoy de acuerdo. El error no fue derrocar a Sadam o expulsar a los talibán. El fallo ha sido creer que esa parte del mundo tiene arreglo.

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