miércoles, agosto 22, 2007

Agosto negro en las carreteras

jueves 23 de agosto de 2007
Agosto negro en las carreteras
EN lo que va de agosto, casi doscientas personas han perdido la vida en las carreteras españolas. Por el momento, hay veinticuatro muertos más que en el mismo periodo del año pasado, sin que todavía se haya iniciado la «operación retorno» más relevante del año. De hecho, la Dirección General de Tráfico prevé que durante los próximos dos fines de semana se produzcan más de doce millones de desplazamientos, lo que ha puesto en guardia al Ministerio del Interior ante la eventualidad de que la cifra de siniestros se dispare. Hace bien el ministro Pérez Rubalcaba en reclamar la máxima prudencia en las carreteras y en exigir a los conductores que respeten los límites de velocidad y no beban alcohol, dos de las principales causas de la mortalidad en el tráfico. En cambio, no acierta en su análisis sobre la eficacia del carné por puntos.
Argumenta Rubalcaba que el nuevo carné «no ha perdido su efectividad», y se ampara en el dato de que desde su entrada en vigor ha habido 500 muertos menos. Pero, aun siendo felizmente cierto ese dato, es probable que al análisis le falte perspectiva. La eficacia del carné por puntos debe ser evaluada a más largo plazo, porque de muy poco serviría que en una primera fase de aplicación se reduzca el número de accidentes y de muertos si al final resulta que en uno o dos años más, superada la novedad, pierde su capacidad disuasoria y retornamos a cifras más escalofriantes aún. Lamentablemente, los datos de agosto apuntan a que muchos conductores empiezan a descuidar buenas costumbres y a reiterar peligrosos vicios al volante que justo al entrar en vigor el carné por puntos parecieron haber corregido.
En efecto, la de la seguridad vial es probablemente una apuesta a muy largo plazo cuyo éxito no depende tanto de una acumulación de prohibiciones y de medidas imperativas y sancionadoras -muchas de ellas trufadas de un nítido afán recaudatorio-, como de la inculcación de valores de responsabilidad en los actuales conductores. Y de planificar una sólida educación vial para los conductores del futuro. Pero mientras el mensaje cala de verdad en la sociedad, el carné por puntos no está resultando la panacea a los males del tráfico. Tampoco las agresivas campañas publicitarias o la proliferación de radares para controlar la velocidad -ahora también en helicópteros- están ofreciendo los resultados y la influencia que los responsables de la DGT esperaban, sobre todo entre los más jóvenes y los motoristas.
Quizás este carné no sea un instrumento fallido, pero sí es claramente insuficiente y demostrativo de la ingenuidad de quienes pretendían hacer creer a la sociedad que sus efectos iban a ser inmediatos y que la cifra de muertos iba a reducirse drásticamente, como por ensalmo. Lo que está ocurriendo en agosto, además de un drama, es un ejemplo del riesgo que supone generar expectativas a corto plazo, y no exentas de carga propagandística, que luego la preocupante realidad se encarga de desmentir.

No hay comentarios: