martes, agosto 07, 2007

Afganistan se agrava

Afganistán se agrava
07.08.2007 -

El resultado de la reunión celebrada en Camp David por el presidente de EE UU, George W. Bush y su homólogo afgano, Hamid Karzai, se ha visto condicionado por unas declaraciones previas del segundo sobre la delicada situación que atraviesa su país, cuya estabilidad es un factor clave para contener la temible expansión del terrorismo islamista. Karzai reconoció que las condiciones de seguridad han empeorado, y admitió que los esfuerzos para localizar a Bin Laden ofrecen similares expectativas que tras los atentados del 11-S. Su franco diagnóstico se ve agravado por la confirmación de que cultivadores afganos vuelven a proveer el 95% de la amapola necesaria para procurar la producción mundial de heroína, una evidencia alarmante sobre cuyo tratamiento no existe ni siquiera acuerdo en el seno de las fuerzas aliadas.La crudeza del mensaje del presidente afgano no puede desvincularse de sus dificultades para dirigir el país. Su gestión se atiene a los asuntos más domésticos y se limita de facto a la capital, lo que se traduce en que las provincias continúan bajo el dominio de los viejos clanes y la lucha contra el resurgir de los talibanes es asumida por el mando estadounidense y la OTAN. El compromiso de la misión internacional se ve amenazado en ambos casos por la creciente impaciencia de las opiniones públicas occidentales, a cuya reconducción no ayudan hechos tan dramáticos como el prolongado secuestro de los civiles surcoreanos. La guerrilla ha perdido toda esperanza de lograr asaltar el poder y los talibanes están sufriendo un grave desgaste, pero gozan de una benévola retaguardia en el Noroeste paquistaní. De ahí que no quepa aguardar una mejoría de la seguridad sobre el terreno y mucho menos la captura de Bin Laden sin una cooperación definitiva, arriesgada política y militarmente, del Gobierno de Pakistán. Combatir la inquietante inestabilidad en ambos países es un reto ineludible para la comunidad internacional en el objetivo de frenar la amenaza del terrorismo de Al-Qaida y sus organizaciones satélites, de cuyas consecuencias devastadoras dieron trágica prueba los atentados de Madrid reivindicados ahora de nuevo por el grupo de Bin Laden.

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