martes, julio 31, 2007

Manuel Alcantara, Fiesta en Bagdad

Fiesta en Bagdad
31.07.2007 -
MANUEL ALCÁNTARA

Después de tanto luto continuable y tantas noches cerradas con estruendo de bombardeos, a Irak ha llegado una pasajera alegría comunitaria en la noche mil y una. La victoria en la Copa de Asia es más que una victoria: es el triunfo de la posible unión de sus atormentados habitantes. La reunión de chiíes, suníes y kurdos en su equipo de fútbol ha logrado que, durante unos días, Irak sea una fiesta y que renazca la esperanza de que el deporte sea el idioma donde puedan entenderse todas las razas. Ese esperanto que hable todo el mundo mientras enmudecen los cañones. El seleccionador iraquí ha hecho lo que para el presidente Bush es imposible. Once bajo la puerta dorada y miles de personas por las calles gritando y bailando y enarbolando la bandera de la selección, no las banderas de ninguna de las tres comunidades religiosas. Fanáticos del fútbol, esa guerra incruenta y semanal, que es el deporte más ingenioso que ha inventado el ser humano. Bendito deporte. Ha conseguido trasladar los campos de batalla a los campos de fútbol. Esplendor sobre la hierba. Ojalá la final de Yakarta ayude a finalizar la contienda, pero de momento hay que reconocer que el fútbol es un arma de construcción masiva. El primer ministro, Nuri al Maliki, ha dicho que la hazaña sobre el césped ha venido a demostrar que los iraquíes pueden vivir «libres y victoriosos en un país donde los asesinos no tengan sitio». Sí, bendito fútbol, aunque no sea cuestión de vida o muerte, sino sólo de vida. Todo un pueblo ha levantado el corazón por unas horas, después de cuatro años de guerra y de violencia sectaria, después de tantos otros años de estar sojuzgado por el sangriento sátrapa y por el gendarme que decidió la última invasión. Ahora el mapa-mundi se ha plegado sobre sí mismo y es un balón.

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