martes, julio 31, 2007

Joel Mowbray, Intimidaciones a los medios

martes 31 de julio de 2007
ORIENTE PRÓXIMO
Intimidación a los medios
Por Joel Mowbray
El secuestro del reportero de Fox News Steve Centanni y el cámara Olaf Wiig por parte de terroristas palestinos ha servido de contundente recordatorio a los medios occidentales de que emitir determinadas verdades desde territorio árabe puede tener consecuencias devastadoras.
Este es solamente el más reciente de una cadena de secuestros que por sí mismos no son más que una parte del arsenal de fuerte intimidación a la prensa presente en la región. Las amenazas ayudan a explicar el ridículo volumen de prensa negativa acerca de la Autoridad Palestina, Fatah, Hamas, Hezbolá y todos los demás. Pero no explica todo, ni siquiera la mayor parte, de la constante cobertura manipulada que sale a la luz.
Como sabe cualquier veterano de la cobertura mediática de Oriente Medio, muchos árabes independientes y freelancers –contratados por poco dinero por los canales occidentales, bajo la excusa de su superior conocimiento de los líderes y los sucesos locales– consideran que su deber es exaltar a sus conciudadanos árabes y musulmanes y demonizar a Israel.
Pero mientras que tanto el extendido uso de los habitantes locales árabes a la hora de cubrir Oriente Medio como el terrorífico nivel de amenazas y violencia real son profundamente problemáticos, más preocupante es que la maquinaria propagandística palestina haya disfrutado de un éxito tremendo a lo largo de los años timando a periodistas occidentales presuntamente sofisticados. Y a lo largo del mes pasado, Hezbolá ha hecho precisamente eso.
En pocas palabras, casi nada de lo que se supone que ocurre en el mundo árabe puede ser tomado textualmente de manera automática. Ni siquiera si es una fotografía.
Los problemas con los "chapuzas"
Cuando Reuters fue forzado a despedir al fotógrafo freelance Adnán Hajj y retirar más de 900 de sus fotografías de su base de datos a comienzos de este mes, las preguntas que hace tiempo que sonaban acerca de la fiabilidad de periodistas y freelancers árabes pasaron a primera línea.
En ningún sitio es el uso de "chapuzas" árabes (como se les conoce) más común que en los territorios palestinos. Y aún así, a pesar de la extensa confianza en habitantes locales que presumiblemente disfrutan de mayor familiaridad con el territorio y los personajes más importantes, la cobertura mediática negativa de la Autoridad Palestina o las diversas organizaciones terroristas islámicas que operan en los territorios hace mucho tiempo que es escasa.
El vacío en la cobertura no se debe a que tales evidencias no existan. A Palestinian Media Watch, una organización sin ánimo de lucro que opera con un presupuesto ajustado, le ha resultado bien fácil informar más sobre la incitación al odio y adoctrinamiento por parte de la Autoridad Palestina, por ejemplo, que todos los canales de noticias occidentales juntos.
El descubrimiento de que Hajj había manipulado digitalmente sus fotografías no sorprendió en absoluto al menos a uno de los periodistas árabes de renombre. "Tristemente, cosas como ésta suceden mucho, especialmente cuando los chapuzas locales están abiertamente afiliados y tienen una agenda clara", explica el reportero del Jerusalem Post Jaled Abú Toameh. Añade que algunos de los enviados árabes y freelancers contratados por los medios occidentales "se consideran soldados de a pie para la causa".
Violencia contra periodistas árabes
Toameh tiene cuidado en no pintar a todo el mundo del mismo color, y destaca que hay periodistas árabes que hacen todo lo que pueden por sacar noticias más objetivas. Pero informar de determinadas verdades en los territorios palestinos está bien establecido que puede acabar en intimidación y, en ocasiones, en violencia.
Mientras que la mayor parte de los periodistas occidentales secuestrados antes de Centanni y Wiig han sido liberados en cuestión de horas, las amenazas y la violencia real contra sus homólogos árabes ha sido mucho más brutal. Tras ser arrestados y detenidos durante seis días por no conceder a Yasser Arafat la cobertura deseada después de las elecciones de 1996, Maher al-Alami, editor del Al Quds, el mayor diario palestino, decía que "los medios palestinos siguen sus instrucciones [de Arafat] por miedo".
Cuando un cámara de Associated Press grabó a los palestinos celebrando en Nablús los ataques del 11 de Septiembre, "fue llevado a la fuerza a una oficina de seguridad de la Autoridad Palestina y advertido de que el material no debía permitirse", según el propio relato de la agencia. Las amenazas de los terroristas islámicos en nómina de Arafat llegaron a continuación. Un funcionario del gabinete de la Autoridad Palestina llegó a decir que su gobierno "no podía garantizar la integridad física" del cámara si se emitía la grabación. Y Associated Press nunca difundió oficialmente la grabación.
¿Por qué creyó la agencia tan a pies juntillas que las amenazas de los sicarios de Arafat no eran ningún farol? La lista habla por sí misma. Simplemente examinemos una franja de tiempo corta, un año desde el verano del 2003. En una circular de prensa de julio del 2004 el Comité para la Protección de los Periodistas condenaba la brutalidad del régimen de Arafat hacia los periodistas. Citando directamente de la circular de prensa, he aquí solamente algunos de los actos criminales enumerados:
Saifeddin Shahin, corresponsal en Gaza de Al-Arabiyya, dice que una persona que afirmó representar a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina amenazó con incendiar la oficina de la cadena si no tenían cuidado con lo que difundían, una referencia a la reciente cobertura de la situación política interna.
Un corresponsal de Al-Jazira dice que un anónimo que se identificó como representante del ala disidente de Fatah le dijo que la cadena "tenía la responsabilidad" de aquello de lo que informara.
En abril, el fotógrafo de France Presse Jamal Aruri fue brutalmente atacado por tres hombres que él cree que eran miembros de seguridad de la Autoridad Palestina o militantes próximos a ésta. El ataque llegó después de que se publicara una fotografía de tres hombres que Aruri había tomado en el 2003. Los hombres, en busca y captura en Israel, se habían introducido en el complejo de Yasser Arafat cuando Aruri tomó la fotografía.
En febrero, tres palestinos enmascarados portando rifles automáticos irrumpieron en las oficinas de la Televisión Educativa Al-Quds, radicada en Ramala, atacaron al personal y destruyeron el equipamiento por motivos que no están claros aún.
También en febrero, desconocidos destruyeron el equipamiento informático en la oficina del semanario de la ciudad de Gaza Al-Daar, que se alineó con el antes jefe de la seguridad en Gaza Mohammed Dahlán.
El año pasado, los corresponsales de Al-Arabiyya recibieron palizas y sus oficinas fueron saqueadas.
Preparando la "escena"
Para tener una idea del extremo al que han llegado los palestinos con el fin de granjearse simpatías hacia ellos y rabia contra el estado judío, considere la producción del 28 de abril del 2002. Durante una procesión funeraria se cayó la caja que transportaba a "la víctima". Ups. No hay problema, no obstante, puesto que "la víctima" dio un salto rápidamente y volvió a su lugar con rapidez.
El único motivo por el que el público supo del extraño funeral amañado es porque fue recogido en vídeo por un vehículo israelí no tripulado. Dado que casi todo lo que hace la maquinaria propagandística palestina se prepara para los medios, ¿cómo es que sólo se tuvo noticias una vez que el gobierno israelí difundió la grabación? Dice mucho de los palestinos, no obstante, que la mayor parte de las producciones para consumo occidental hayan salido típicamente mucho mejor.
Ejemplos de reporteros occidentales engañados o amenazados abundan por doquier. En abril del 2002, el ejército israelí registró el campamento de refugiados de Jenin, un escenario de cultivo del terrorismo y proveedor de asilo. Los palestinos acusaron inmediatamente al estado judío de cometer crímenes de guerra sistemáticamente, y el rumor pronto fue vendido por la prensa occidental como "masacre".
Que realmente no hubiera ocurrido ninguna masacre –ni siquiera Naciones Unidas, el mejor amigo de los palestinos, encontró prueba alguna que lo sugiriera– apenas recibió una fracción de la difusión previa, ampliamente ausente de crítica. Lo mismo sucedió con el incidente de este junio en el que los miembros de una familia fallecieron en una playa al norte de Gaza. Cubierto originalmente como un bombardeo israelí de inocentes palestinos, resultó que los israelíes no habían jugado ningún papel en la tragedia. El mea culpa mediático, no obstante, brilló por su ausencia.
En una fotografía ampliamente difundida tomada el mes pasado y distribuida por France Press, dos mujeres libanesas mayores ataviadas con el hijab lloran delante de ataúdes. En realidad, docenas de ataúdes. Los ataúdes estaban apoyados en una pared, y había números pintados con pintura en spray en la pared. De alguna manera, las mujeres se habían colado en el delgado resquicio entre los ataúdes y la pared, y las cifras aparecían convenientemente a su espalda, lo que garantizaba que aparecerían en cualquier foto.
Los problemas con la fotografía son obvios. ¿Por qué se iban a abrir camino las mujeres por el resquicio, cuando podían más fácilmente ponerse frente a los ataúdes y la pared? Pues es bastante sencillo: eso no habría permitido captar al mismo tiempo las caras de lamento de las mujeres y las cifras indicando el tamaño de la tragedia. Y los números dibujados en la pared con pintura en spray son del tipo utilizado en Occidente, no en el sur del Líbano, eliminando así cualquier duda acerca de la audiencia a la que la fotografía se dirigía.
Esta foto, no obstante, no fue tomada por un freelancer árabe o algún occidental sobornado. Fue tomada por el laureado fotógrafo Marco Di Lauro, que logró elogios por su trabajo con los marines en Irak. La interpretación benigna –y probablemente correcta– es que simplemente no receló lo suficiente.
Aún así, teniendo en cuenta que los criminales de Hezbolá, Hamas o el Fatah de Arafat controlan todo en las zonas "noticia" del mundo árabe, cualquier escena o suceso que se encuentran los medios occidentales tiene que ser abordado con un supremo escepticismo.
Pero no es que todo esto sea nuevo para los medios occidentales. Ellos lo saben. Simulan no saberlo. Esa es la verdadera aberración.Joel Mowbray es periodista, columnista de Townhall, y autor de "Diplomacia peligrosa". Fue el periodista que destapó el escándalo de la concesión tras el 11-S de visados a príncipes saudíes por parte del Departamento de Estado.

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