martes, julio 31, 2007

GEES, Lo que Rusia sabe

martes 31 de julio de 2007
Topo en el CNI
Lo que Rusia sabe
El topo español guardaba entre sus archivos una misiva en la que daba el audaz paso de ofrecerse a sus homólogos rusos. ¡Por escrito y con copia! Ni a John le Carre se hubiera atrevido a novelar algo así.
GEES

Si hay algo claro de la estrambótica historia del agente doble Flórez, es que Rusia sabe bastante más de nosotros y de nuestros servicios de inteligencia que nosotros, incluido el CNI, de ellos.
Como es habitual en nuestro país últimamente, se toma el rábano por las hojas y no por donde se debiera. Todo el affaire ha acabado centrado en lo "inusual" –y esperpéntico, añadiríamos nosotros– de la rueda de prensa convocada por el jefe del CNI en la propia sede de los servicios secretos, tradicionalmente inaccesible para la prensa.
Hay muchas, demasiadas, preguntas que la comparecencia apresurada y voluntaria de Saiz dejó en el aire, pero hay cuestiones de las que sí se puede hablar con rotundidad sin temor a equivocarse. Por ejemplo, que los espías rusos han estado muy activos en nuestro país. Aún peor, muy activos a pesar de todos los esfuerzos de nuestra contrainteligencia que, no lo olvidemos, se jactaba de tener uno de los mejores equipos del mundo en seguimiento y control de agentes soviéticos y, después, rusos. La aparición de un topo que obliga al director del CNI a dar la cara ante la opinión pública tendría que llevar a la institución a ser algo menos arrogante y más humilde. Topos los ha habido en todas partes, pues son consustanciales al mundo de lo secreto, pero que se cuele uno en la niña bonita de los servicios españoles da que pensar.
Máxime si es verdad lo que se publica: que el topo español guardaba entre sus archivos una misiva en la que daba el audaz paso de ofrecerse a sus homólogos rusos. ¡Por escrito y con copia! Ni a John le Carre se hubiera atrevido a novelar algo así. Salvo, eso sí, que el tal Flórez lo hubiera hecho siguiendo instrucciones de sus superiores en un intento de penetrar a sus adversarios en nuestro suelo, pues al fin y al cabo no hay mejor fuente en contrainteligencia. En el juicio tal vez se llegue a saber algo de esto.
En todo caso Saiz debería haber explicado, y aún está a tiempo, si nuestra contrainteligencia, a todas luces expuesta, ha sido o va a ser reestructurada y adecuada a la nueva situación post-topo; si confía en sus capacidades para parar a los rusos y otros servicios secretos que actúan en nuestro país, por lo que se ve, con total impunidad; o si cree que los servicios rusos están ya mejor controlados en lo que hacen en España. Esas son las cuestiones reales que afectan a la seguridad de nuestro país. Que no se jacte ante luz y taquígrafos de ello es más que preocupante.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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