jueves, junio 28, 2007

Gerardo Diaz, Competitividad y accion del gobierno

jueves 28 de junio de 2007
Competitividad y acción de gobierno
POR GERARDO DÍAZ FERRÁN
EXISTE el acuerdo entre los principales analistas, nacionales e internacionales, en que el principal reto que se plantea a la economía española es el de mejorar su competitividad. En un contexto en el que España crece económicamente, crea empleo por encima de la media europea y nuestro bienestar se acerca al de los países más avanzados, la dificultad de nuestra economía para competir es el gran problema en un mercado cada vez más globalizado.
Un problema cuyas causas ya han sido estudiadas: presión fiscal, diferencial de inflación, mercado laboral, déficit de cuenta corriente, retraso en I+d+i, dependencia energética y formación del capital humano. Estos son los factores más importantes, que exigen una respuesta decidida de los agentes políticos y sociales para que no lastren nuestro futuro.
En este aspecto, es un hecho comprobado que las administraciones públicas tienen mucha capacidad de actuación. En un país descentralizado como el nuestro, tanto el Gobierno de la Nación como los autonómicos pueden adoptar medidas para impulsar nuestra economía.
En primer lugar, nuestros gobernantes pueden favorecer la buena salud de nuestras empresas y sus posibilidades de competir si articulan un marco adecuado y unas reglas de juego serias, predecibles y transparentes que faciliten el desarrollo económico. En este aspecto, el rigor presupuestario, la ausencia de intervencionismo y la voluntad desregularizadora, junto con el apoyo al diálogo social, son condiciones imprescindibles para que el marco que acabo de citar sea efectivo.
En asuntos como el mercado laboral, el Ejecutivo debe favorecer y apoyar, junto con los agentes sociales, la flexibilización de las relaciones laborales, para hacer posible que las empresas puedan adaptarse a un mercado cada vez más cambiante y sigan creando empleo. Además, debe actuar sobre el capital humano, con medidas que mejoren el nivel de formación.
También existen otros temas esenciales. En la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación, debe fomentar aún más su introducción, así como asignarle un mayor volumen de recursos. Al mismo tiempo, hay que mejorar y racionalizar las inversiones en infraestructuras públicas y afrontar la completa liberalización de las telecomunicaciones, la energía y el transporte por ferrocarril, entre otros. Además se debe externalizar la gestión de los servicios públicos y confiar definitivamente en la iniciativa privada como factor decisivo de crecimiento y empleo y de garantía de unos servicios más eficientes.
Y esa confianza sirve de poco si no se apuesta por el futuro. Es cada día más necesario promover el espíritu emprendedor entre los jóvenes y llevar a nuestras universidades y centros de educación una información veraz y detallada de la función del empresario en una sociedad moderna y avanzada.
Junto a todas estas medidas, los gobiernos, tanto el de la nación como los autonómicos, deben moderar la presión fiscal. La experiencia nos dice que a menos impuestos, más actividad económica y por lo tanto más crecimiento, más empleo y, además, una mayor recaudación para las arcas públicas. Por el contrario, los impuestos al alza penalizan el desarrollo, crean un efecto disuasorio para las empresas que quieren venir a nuestro país y favorecen que las que ya piensan en marcharse lo hagan.
En España, el Gobierno ha tomado una decisión sensata al bajar el impuesto de sociedades. Una medida que debe ampliarse con nuevas bajadas de los tipos impositivos de este impuesto hasta situarlo en las mejores ratios de los países de nuestro entorno. Otro buen ejemplo es el del impuesto de patrimonio, del que los empresarios hemos pedido su desaparición por ser injusto, confiscatorio y estar prácticamente eliminado en toda Europa.
Las comunidades autónomas también tienen un considerable campo de actuación en materia fiscal. Nuestro Estado permite a los gobiernos regionales tomar decisiones sobre la bajada o subida de impuestos e incidir de esta forma en la marcha de su economía.
Y tampoco aquí ha habido sorpresas. Si examinamos detenidamente aquellas comunidades que han crecido más, han creado más empleo y compiten mejor, nos encontraremos con el denominador común de unos gobiernos que han bajado la presión fiscal, han sido rigurosos en sus cuentas, han confiado en la empresa privada como motor económico y han articulado un marco adecuado para su actuación.
También en este terreno debe funcionar la competencia. Lo deseable es que lo bueno se extienda y que las experiencias positivas se apliquen en nuevos ámbitos. Sería deseable que estas medidas, desreguladoras e incentivadoras, que han permitido a determinados ejecutivos autonómicos hacer que sus regiones crezcan más y generen más puestos de trabajo, fueran adoptadas, por quienes todavía no lo hacen, para que todo el país se beneficiase de su entrada en vigor.
Si bajar los impuestos es positivo para la sociedad, si articular un marco adecuado hace aparecer más empresas, y que las existentes sean más eficaces, y si ser transparente y serio en los presupuestos beneficia a la economía, hagamos exactamente lo mismo en nuestro campo de actuación. El servicio a los ciudadanos, a los que se deben nuestras autoridades, les exige una actuación idéntica a lo que los empresarios hacemos en nuestras empresas en beneficio de los clientes: aprender y poner en práctica todo lo bueno que conocemos y desechar lo negativo.
Este es el camino para avanzar. El desarrollo de nuestro país nos exige ser cada día más eficientes y competitivos y, para conseguirlo, también nuestras administraciones públicas deben adoptar todas las medidas oportunas para favorecer este proceso vital .
Nunca es conveniente recelar de la excelencia ajena o permanecer anclado en normas que se han revelado insuficientes. La solución es precisamente la contraria: intentar hacerlo aún mejor, aprendiendo de los éxitos de nuestros competidores.
Los empresarios españoles estamos dispuestos a colaborar totalmente para afrontar este desafío común que es la mejora de nuestra competitividad. Si todos ponemos lo mejor de nosotros mismos y trabajamos con generosidad y acierto, superaremos con éxito este reto y volveremos a ganar el futuro.

Presidente de CEOE

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