jueves, junio 28, 2007

Felix Arbolí, La mascara del cinismo

viernes 29 de junio de 2007
La máscara del cinismo
Félix Arbolí
N OS falta sensibilidad porque carecemos de generosidad. Pecamos de soberbia cuando nos sentimos indiferentes a la desgracia o necesidad del prójimo. Pero todos nos llamamos cristianos y alardeamos de beatería ante la concurrencia, como si gozáramos en exclusiva de la bendición papal y las indulgencias plenarias. Acudimos cargados de razonamientos, premisas y conclusiones, como moscas a un pastel, para intentar atraer a los que enseñan los dientes de la crítica y la ideología contraria, porque éstos no temen nuestras farisaicas posturas de santurrones y perdona vidas. Los que se confiesan honradamente y exponen sus errores, son las víctimas propiciatorias sobre las que descargamos nuestra intolerancia y hasta nuestra “santa” ira de creyente ofendido. Vivimos inmersos en un mundo de guerras, odios, extremismos y convulsiones. No, no exagero y dejaros de memeces. “!Me “cachis” en la mar!”, ( es una expresión muy usada en mi tierra). La prensa, la radio y la televisión se han convertido en auténtica pesadilla que nos cuenta los horrores y tragedias con la misma naturalidad y tono de voz con las que ofrece estadísticas sobre consumo o predicciones del tiempo. Parece que andamos por la vida buscando problemas a diestro y a siniestro e inventándolos si no lo sabemos encontrar. La realidad es que no nos sentimos a gusto si no llenamos de fango a todo aquel que no nos cae bien y hacemos de botafumeiros con los que consideramos afín a nuestra ideología, aunque estemos más equivocados que el que llegó a Bilbao creyéndose en Sevilla. Cualquier pretexto es suficiente para afilar nuestras garras y enseñar nuestros dientes en actitud más que amenazadora. Me da lástima esta pérdida de tiempo, oportunidades y bienestar ignorando una quimera que nos empeñamos en que jamás deje de ser pesadilla. Vivimos cargados de cadenas en forma de dificultades y desengaños y nos esforzamos en proclamar que en ello radica la auténtica libertad. Somos topos que solo sabemos movernos por los oscuros senderos de la incomprensión y el odio. Anclados en un pasado que ninguno deseamos olvidar, aunque digamos lo contrario y que nos mantiene enfrentados visceralmente con el que no comulga con nuestras ideas e intenciones. Nos consideramos los buenos, los paladines de Dios, los defensores de la civilización cristiana y así queremos ser reconocidos, pero la realidad es muy distinta ya que somos metralla dispuesta a estallar y destrozar al contrario sin el menor remordimiento, sin sentir la mínima caridad. Me da pena y no me siento a gusto entre los auto considerados buenos, porque me he dado cuenta que no se ajustan a la auténtica bondad. La de ellos es una deformación de la realidad, pura fantasía, un mito como el de Teseo y el Minotauro o el famoso talón de Aquiles. Esta cualidad en su más perfecta definición y alto significado, aunque lo discutan agnósticos y ateos, solo está en Dios y a El hace tiempo que lo tenemos abandonado o hemos trasladado a un lugar secundario en nuestras preferencias. En esos días han muerto seis chavales españoles en el Líbano a causa de esos descerebrados que confunden religión con fanatismo. Y los meapilas de turno, hablan de condescendencia, tolerancia y caridad cristiana para los que esconden el hacha de guerra y ocultan la mirada para que no se advierta el odio de sus corazones. Medallas equivocadas en su valoración, de acuerdo con el lugar, la acción y las circunstancias que las motivaron, ( el rojo era el color adecuado, señores del Gobierno), funerales solemnes, honores militares y toda esa parafernalia a la que ya nos tienen acostumbrados y que ellos ya no pueden gozar, ni puñetera falta que les hace a sus doloridas familias y cada uno a su rincón, como en el cuento, aunque seis familias hayan quedado totalmente destrozadas. Como siempre, nuestros políticos usarán la muerte de estos mártires para lanzarse artillería pesada y descalificaciones groseras unos y otros. Ya tienen la causa que las motiven. Los del PP atacarán al gobierno y éste sacará a relucir la inoportuna maldad de los del PP por aprovecharse de tan tristes circunstancias. El circulo vicioso a que nos tienen acostumbrados. Los padres y familiares con el dolor comiéndole las entrañas y los ojos secos de tanta lagrima derramada, asistirán atónitos y desconcertados a esta guerra caliente y verbal con los féretros aún presentes de esos chavales que han dado por España muchos más que todos los políticos juntos en su puñetera vida. Buscarán los votos, en ese ambiente de tragedia. El Juez ordena que no se incineren los cadáveres por si hiciera falta una nueva autopsia. ¿Para qué, es que acaso pretende devolverles la vida o aliviar el dolor de los padres y familiares?. Si la causa de esas muertes es archiconocida. No hace falta profanar aún más esos cadáveres: Odio y fanatismo. Dos monedas que se están generalizando en el diario acontecer de un mundo desconcertado, porque unos extraños y descerebrados señores con barbas y turbantes dicen que es voluntad del Profeta morir matando. Y eso que están allí para ayudarles a resolver sus problemas y aliviar sus carencias. En misiones pacíficas. No se puede ayudar a quien nos odia y nos recibe con una bomba o metralleta escondida entre los pliegues de su largo vestido, mientras ostenta un corto rosario que recorre cientos de veces cada día. ¿Se puede matar rezando?. Ayer fue Aznar y sus aliados con esa guerra absurda, inútil e inacabada y los contrarios tañeron campanas y blandieron sables machacando al “Atila” de la política española y sus forzados mártires. La farándula, el “arco iris” y hasta el lucero del alba, si todavía es capaz de darse una vuelta por estas noches trágicas, se unieron al coro de los políticos opositores para hundir al patrón de la nave. Hoy vuelve a repetirse la historia pero al revés, los que ayer defendían las tácticas y empeños aznaristas para embarcarnos en una guerra que en nada nos incumbía, se esfuerzan ahora para atacar y criticar los ardores bélicos de Zapatero and Company, embarcado en varias aventuras bélicas allende mares y desiertos, bajo la excusa de que es un mandato de la ONU. Como si eso fuera suficiente para inmiscuirnos en asuntos que ni nos interesan ni puede mejorar nuestra ya de por sí difícil situación interna. ¿Y a nuestros muertos quien los recupera ?. ¿Si no podemos barrer nuestra propia casa y limpiarla de basura, como pretendemos hacerlo con la casa del vecino que además, está visto y comprobado, nos devuelve el favor convertido en ataúdes?. Y mientras unos y otros a la gresca, sin dar su brazo a torcer ni tener la generosidad y la grandeza de hacer el mínimo esfuerzo y sacrificio por esa patria a la que dicen servir y están dejando sin ideales, hundida y enconadamente dividida. Hemos de soportar la absurda incomprensión de los que no toleran que se puedan exponer con valentía y sinceridad las empatías hacia una tendencia determinada, si no es la sentida por la plana mayor que parece dominar el cotarro y alabamos al que incita al rencor y endurece las posturas. Es el tiempo de la sonrisa estereotipada y la mordaza. De la máscara que oculta el rostro y la mano que esconde el hacha. Pero yo no me siento ligado a esos radicalismos y tampoco deseo cambiar mi forma de enfocar los problemas, aunque me consideren un renegado los que se suponen mis amigos. No me gustan los extremos, me enervan los intransigentes y me aburren los que siempre andan con el hachón encendido buscando la pira donde prender el fuego. Estos que se creen capaces de arreglar a España y defender la religión y solo consiguen minimizar valores y defenestrar buenas intenciones porque su patriotismo es un espejismo y su fe una cortina donde se esconde su mediocre falsedad.

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