jueves, mayo 31, 2007

Margarita Riviere, La fatiga catalana

viernes 1 de junio de 2007
La fatiga catalana
MARGARITA RIVIÈRE

La abstención en Cataluña ha superado todos los pronósticos: ha sido la mayor de todas las elecciones municipales de la democracia; diez puntos por encima de la abstención española. Uno de cada dos barceloneses no ha votado. Todos los partidos han perdido miles de votos: el que más, el PSC (más de 130.000) seguido por la coalición nacionalista de CiU (unos 70.000). Sólo pequeñas fuerzas, algunas tan inquietantes como la xenófoba Plataforma Catalana, pueden apuntarse votos, significativos porque la extrema derecha ha sido 'non grata' en la Cataluña democrática y por haberse producido en lugares de fuerte inmigración, y también por lo que tiene de crítica a los partidos convencionales y a su rutinaria campaña. La pequeña sorpresa de los antinacionalistas de 'Ciutadans' ha pinchado: sólo han logrado un alcalde, tránsfuga del PP, en un pueblo diminuto. El voto en blanco se ha doblado.No son buenas noticias. Una abstención tan fuerte en la cita municipal, que es la que, supuestamente, más afecta a los ciudadanos, habla de que algo, bastante serio, pasa: los políticos que debieran ser más cercanos a la gente en su tarea diaria no han sido capaces de motivarla. ¿Por qué? Llevará tiempo entender este mensaje tan claro y más tiempo aún saber a qué responde realmente, aunque constata una fatiga cierta del electorado catalán, que acudía por tercera vez a las urnas en poco más de un año desde el referéndum del Estatut. Una fatiga de mensajes convencionales dictados por la propaganda. Una fatiga de tener que contemplar la transformación de una elección municipal en unas falsas primarias de generales. Una fatiga que se acrecienta cuando, para elegir al alcalde, hay que votar opciones políticas y eso se confunde con el personalismo de la dinámica de las campañas.Los catalanes, por tanto, están fatigados. Y este desdén al voto muestra que la política no está a la altura de las expectativas; la gente, tal vez, ha ido a votar 'lo menos malo'. Dicho con claridad: la oferta no era atractiva, la mediocridad política es la tónica, la credibilidad de los políticos baja al mínimo. Casi todos los partidos catalanes lo han reconocido ya, pero dijeron lo mismo en noviembre, tras la votación autonómica. Tampoco ayuda a entender la política la perplejidad que supone que el partido más votado y con mayor incremento de concejales (el PSC) tenga menos ediles que CiU, o que ciertos políticos insistan en ignorar la tradición pactista y planteen que la lista más votada dirija los municipios. Vivimos una época confusa, y eso se nota. Así, aunque las formaciones políticas no deberían estar muy contentas, no lo parece. La enorme abstención se olvida cuando los socialistas parecen muy felices de haber logrado -¿por fin!- gobernar en Tarragona, mantener su hegemonía en el 'cinturón rojo' de Barcelona y seguir decidiendo en Barcelona con un alcalde nuevo y poco conocido. Jordi Hereu, nuevo alcalde barcelonés, ya ha aceptado el reto de acercar la política a la gente: no lo tiene muy fácil, pese a que CiU también se olvida de la abstención cuando se ufana de haber conseguido su mejor resultado en la capital catalana, tras 28 años de gobiernos socialistas. Iniciativa-Verds y Esquerra Republicana se consuelan con la idea de que mantienen, más o menos, el tipo pese a que la abstención les ha tocado de lleno: el voto catalán es volátil, se adapta al tipo de elección. Y el PP asegura que ha resistido, pero ha perdido votos y pinta muy poco en el cuadro electoral autonómico. La fatiga catalana es un hecho real que confirma una tendencia iniciada con la discusión del Estatut y que tiene mucho que ver con el desencanto de la política, como si ésta pudiera, ahora mismo, dar muy poco de sí. Es una situación que no encaja con lo que ha sido la Cataluña democrática y en la que inciden factores exteriores como la bronca perpetua entre el PSOE y el PP y la colocación de la política terrorista como símbolo de la política en España. A los catalanes, gente realista y concreta, no les gusta el drama cotidiano que hacen de la política algunos políticos de Madrid: esta lectura también puede hacerse del resultado en Cataluña y, si así fuera, se notaría, probablemente, en las próximas generales. Éste es un dato para el futuro: el panorama de unos ciudadanos desinteresados y pasivos es la más preocupante manera de hacer política porque sólo favorece a los oportunistas, aprovechados y sus intereses poco democráticos. Muchos catalanes han votado, precisamente, para que eso no sucediera.

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