jueves, abril 26, 2007

Oscar Elia Mañu, El yo acuso de Jaime Ignacio del Burgo

viernes 27 de abril de 2007
NAVARRA, EL PRECIO DE LA TRAICIÓN
El yo acuso de Jaime Ignacio del Burgo
Por Óscar Elía Mañú
No es nada nuevo decir que Jaime Ignacio del Burgo es la bestia negra del nacionalismo vasco: desde los batzokis más burgueses hasta las oscuras cuevas donde Txeroki y sus matarifes preparan los crímenes más horrendos, ningún político o intelectual vasco o navarro suscita tanta unanimidad y hostilidad como él.
A ninguna persona dedica el nacionalismo más artículos, programas de televisión y declaraciones como al veterano político navarro. La actitud que llevan decenios manteniendo Arzallus, Otegi, Barkos o Barrena hacia el autor de este libro es ya motivo suficiente como para pensar que algo muy bueno sale de la pluma de Del Burgo también en esta ocasión.

Pero, en una encrucijada histórica, hay algo más. En un proceso a oscuras, donde el Gobierno declara sin inmutarse que pactará con ETA a escondidas, el implacable marcaje de Del Burgo ha logrado despertar también la hostilidad de buena parte de la izquierda política y mediática española: el "Sr. Del Burgo, no enrede" de Jordi Sevilla es la muestra más clara de la actitud de Rodríguez Zapatero, El País y el resto del Frente de la Paz hacia quien(es) exige(n) conocer de qué están hablando los enviados del PSOE con los asesinos de Miguel Ángel Blanco. Y Navarra, el precio de la traición tiene todos los componentes para que unos y otros se escandalicen aún más.

Minucioso, Del Burgo recorre el origen del incendio constitucional y estatutario desde las primeras cenizas. Cuando España dormía plácidamente el sueño del Pacto Antiterrorista, las propuestas de José María Benegas y de Jesús Eguiguren señalaban ya la senda que habría de seguir el socialismo vasco; en relación con Navarra, cualquier ingenuidad sobra: parte del PSE llevaba años negociando con ETA y dando por buena la inclusión de Navarra en el negociado vasco.

Bastó la llegada de Rodríguez Zapatero a la dirección del PSOE para que a la caza política de Redondo Terreros siguiera su sustitución por los mismos que daban por hecho, junto con ETA, que Navarra entraría en el corral de la paz. "Para Eguiguren –corrobora Del Burgo–, Navarra forma parte del conglomerado vasco". (pág. 40). A estas alturas no vale engañarse: los mismos enviados por Rodríguez Zapatero a negociar con ETA coinciden con ésta en la solución a la cuestión navarra.

En abril de 2005, "¿A dónde nos llevas, presidente?" fue la respuesta en Libertad Digital de un Del Burgo que ya intuía que Rodríguez Zapatero había cruzado el límite. Y el libro pivota precisamente sobre el capítulo quinto, titulado "Y Rodríguez Zapatero pasó el Rubicón". Ni una sola de las declaraciones, entrevistas o comentarios de Zapatero pasa inadvertida al autor, que desata las iras del panvasquismo de siempre tanto como las de la izquierda de hoy. Si el lector quiere una secuencia ordenada y detallada de los tratos de Rodríguez Zapatero con ETA, no lo dude: éste es su libro, y éste su capítulo.

En la obra, un dolido Del Burgo se resiente del trato despreciativo del Gobierno hacia el presidente de Navarra, hacia UPN, hacia los mismos navarros que salieron a la calle el 17 de marzo como jamás en la historia. Vana esperanza: en el socialismo actual, el talante es selectivo. "No hay en las hemerotecas ni una sola declaración de Rodríguez Zapatero que revele un compromiso inequívoco con la Comunidad Foral" (pág.248); en cambio, sí se puede leer que el jefe del Ejecutivo ha calificado a Otegi de "hombre de paz" (pág. 55). Con el nacionalismo vasco pactando con el PSOE, la fórmula es evidente: el trato de Rodríguez Zapatero hacia el mundo abertzale es inversamente proporcional al maltrato a que somete al pueblo navarro y sus instituciones.

¿Y el PSOE en Navarra?, se preguntan analistas y ciudadanos. ¿Sacrificará la estabilidad política y el bienestar económico al Pacto del Tinell? Del Burgo no se hace ilusiones: la suerte está echada,en forma de un candidato dócil a Madrid y aceptado por el nacionalismo, lo cual, en lo que nos ocupa, no conlleva ni una mala palabra ni una buena acción.

Entre tanto, los diputados del PSN se suman en Madrid a los de ERC, PNV y el frente nacional vasco en Navarra –Nafarroa Bai– para votar no al rechazo al órgano común, la dieta vasco-navarra soñada tanto por Eguiguren como por Arzallus y Josu Ternera. De electorado socialista y navarrista, el PSN fue forzado, violado y humillado por Rodríguez Zapatero y José Blanco, que sin demasiados escrúpulos anularon el resultado de unas primarias que no satisfacían a la Batasuna que ofrecía paz a cambio del entierro de la Constitución y el Amejoramiento.

Hoy es el día en que, apoyados por el PP, los diputados de UPN se baten en solitario con la coalición gubernamental, socialistas, nacionalistas, nacionalsocialistas que, junto a la galaxia mediática progresista, celebran alborozados la posibilidad de expulsar a los regionalistas del Palacio de Navarra. La narración que Del Burgo hace del debate del 19 de diciembre de 2006 no deja lugar a dudas: hoy, el nacionalismo vasco cabalga a galope tendido sobre la grupa de la izquierda española; la negociación con ETA ha sido posible porque la izquierda española, el Frente de la Paz surgido de los hierros retorcidos del 11-M, ha decidido sacrificar Navarra.

Tras leer esta obra, sólo al ingenuo o al despistado le quedará alguna duda: Navarra está en la mesa de negociación desde el principio, desde antes aún de marzo de 2006, desde antes aún de marzo de 2004. La traición a Navarra no es improvisada ni obligada. Responde a una convicción ideológica profunda de quienes controlan los designios del Partido Socialista, que coinciden con ETA en expulsar a la derecha y abrir las puertas del Viejo Reino al Anschluss vasco, de la mano de su frente nacional.

Ante la actitud del presidente de la nación, el nacionalismo vasco se frota las manos, toma las medidas a los despachos y ultima sus planes para la aniquilación cultural e institucional de Navarra. Entre el panvasquismo escondido tras Nafarroa Bai –PNV, EA, Aralar–, jaleado por la izquierda española, y las instituciones navarras se interpone la derecha liberal navarra y los rescoldos constitucionalistas del PSN. El 27 de mayo, como afirma Stanley Payne, "Navarra será la región más importante del Occidente europeo".

En clave española, el Viejo Reino amenaza convertirse en la tumba política de Rodríguez Zapatero. Quizá por eso la caza de UPN y CDN ya ha empezado en la galaxia mediática que jalea enfervorizada el ansia infinita de paz. Jaime Ignacio del Burgo es una de las piezas más preciadas, pues su figura se recorta en los paisajes más molestos para el Gobierno: las ocultaciones y mentiras sobre el 11-M y las ocultaciones y mentiras sobre ETA y Navarra. En relación con esto último, para cualquiera que quiera saber qué está en juego el 27 de mayo, y, sobre todo, en qué equipo juega cada uno, Navarra, el precio de la traición es una lectura imprescindible.


ÓSCAR ELÍA MAÑÚ, analista del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES).
JAIME IGNACIO DEL BURGO: NAVARRA, EL PRECIO DE LA TRAICIÓN. Encuentro (Madrid), 2007, 348 páginas.

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