miércoles, abril 25, 2007

Juan Orellana, La fuente de la vida, ultima rareza de Aronofshy

jueves 26 de abril de 2007
EN BUSCA DE LA TRASCENDENCIA
La fuente de la vida, última rareza de Aronofsky
Por Juan Orellana
El extraño y atípico director Darren Aronofsky, que ya sorprendió con sus películas Pi y Requiem por un sueño, recibió pitidos y abucheos cuando presentó La fuente la vida en el último Festival de Venecia. Otros le aplaudieron y hubo gente que se peleó por la película.
El extraño y atípico director Darren Aronofsky, que ya sorprendió con sus películas Pi y Requiem por un sueño, recibió pitidos y abucheos cuando presentó La fuente de la vida en el último Festival de Venecia. Otros le aplaudieron y hubo gente que se peleó por la película.
No cabe duda de que se trata de una película muy poco comercial, muy personal y algo extravagante. Pero esto tampoco viene mal en un mundo audiovisual homologado. "En el cine de ciencia ficción lo hemos visto todo, pero las cosas realmente interesantes son la búsqueda de Dios y la búsqueda del significado", ha declarado el director.
La película contiene tres niveles narrativos. Por un lado está el que podríamos llamar "el nivel real", que desarrolla la historia de Tom, un médico que trata de salvar a su mujer, Izzi, de un tumor cerebral por medio de un compuesto botánico. Su frenesí investigador es proporcional a la inminencia de la muerte de su esposa. Él está aterrado con perderla, pero Izzi vive la muerte con una inexplicable serenidad y confianza en el "más allá".
Un segundo desarrollo es el que se refiere a la novela que Izzi está escribiendo durante su enfermedad, una novela de ficción ambientada en la España del siglo XVI en la que ella traslada el esfuerzo heroico de su esposo por salvarla. El protagonista, Tomás, debe salvar a su amada Reina de España, Isabel, trayendo de las Indias la savia del árbol de la vida. Este árbol, al que alude el Génesis, y que es fuente de inmortalidad, se encuentra en territorio maya.
Por último, Aronofsky aborda la trama más "impopular", la que sitúa a ambos personajes en un espacio místico, en el Paraíso de los mayas, Xibalba, situado en la nebulosa de Orión. Es una trama ubicada en un cruce de caminos entre la trascendencia judeocristiana, las religiones precolombinas y la inmanencia budista, aunque quizá esté más cerca de la última que de la primera. Es un "más allá" donde se reencuentran los personajes, pero no de una forma plena, sino más bien en un estado de "purgatorio". La clave interpretativa de esta trama está en la expresión de "morir es un acto creador", y que se expresa visualmente con el enterramiento en flores del protagonista, y que nos sugiere una respuesta más bien "naturalista" que trascendente: nuestro cadáver se transforma en abono que alimenta a las plantas.
No obstante, la película refleja indudablemente el sentido religioso, el ansia de eternidad, el deseo de que el amor traspase las barreras de la muerte. "La humanidad siempre ha deseado la vida eterna, pero el cine ha hablado muy poco sobre el tema", afirma Aronofsky.
Los actores Hugh Jackman y Rachel Weisz encarnan con mucha solvencia a esta pareja de enamorados, en una tesitura compleja pues en cada trama deben emplear recursos distintos. Jackman, en una entrevista de Gabriel Lerman para Imágenes de actualidad, declaró que su personaje "siempre está encorvado; quería que fuese como un signo de interrogación caminando". Una película muy minoritaria, pero interesante y novedosa.

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