sábado, abril 28, 2007

Ismael Medina, Carta a Antonio Villacañas sobre sus apuntaciones

Carta a Antonio Castro Villacañas sobre sus apuntaciones
Ismael Medina
Q UERIDO ANTONIO: Hemos hecho mucho camino juntos desde que nos conocimos en el primer curso de Derecho. Recuerdo aquel cuaderno de hule negro en cuyas páginas desgranabas tu inclinación hacia la narrativa. De ahí te viene la excelente prosa, la riqueza de lenguaje y ese estilo directo y sin recovecos ni ringorrangos que caracterizan tus apuntaciones. No fue en vano que crecieras a la sombra pétrea de la antigua Universidad alcalaína, hoy recompuesta y devaluada. Eran tiempos todavía difíciles, de estómagos semivacíos y trajes de ocasión, en algunos casos resultado de arreglos a los que ya usaron nuestros padres. Carencias propias de quienes pertenecíamos a una sacrificada clase media, no compartidas por los hijos de familias acomodadas, buena parte de ellos partidarios de la restauración de la monarquía en la persona de Juan de Borbón y Battenberg. Los "juanitos" que medraron con el régimen de Franco y luego, en distintos partidos, incluido el comunista, una vez consumado por el monarca y Suárez el transaccionismo pseudodemocrático y le hicieron la pirula a Torcuato Fernández Miranda cuando ya no les era útil. Ahora que tanto se discute sobre la reforma de la contrarreforma universitaria para hacerla "europea", recuerdo con emoción y gratitud aquellos magníficos catedráticos que nos deparó el destino. No se escabullían del cotidiano compromiso de magisterio, pese al mucho quehacer en sus prestigiosos despachos de abogados. No me llevó a la Facultad de Derecho la vocación jurídica. Ejercía el periodismo en Madrid, el cual había comenzado en Jaén a los 17 años, desde que Juan Aparicio me llamó a la redacción de "El Español" una vez graduado en la Escuela Oficial de Periodismo. Consideré que debía reforzar mi oficio con una formación universitaria y que el rigor del Derecho era el que más me convenía, pues el de las letras es un don que nos viene misteriosamente dado y se puede perfeccionar mediante la lectura y el ensimismamiento. Nos identificamos enseguida por el mutuo gusto hacia la literatura. Pero más aún, y sobre todo, por la mutua rebeldía joseantoniana que no se acomodaba con el sesgo político que nos envolvía. Y así hasta hoy, con muy superior motivo cuando España se descompone y la sociedad se ha convertido en inerte, consumista y desalmada granja orwelliana. También he caído en la tentación del exordio. Pero es hora de hincar el diente a tu invitación en las Apuntaciones de la pasada semana. Pides respuestas a cinco cuestiones candentes, aunque el planteamiento de tus preocupaciones apenas si ofrece ocasión para respaldarlas con un cierto pormenor. 1. LA DERECHIZACIÓN DEL MUNDO VIDAL BENEYTO, como tantos otros, se aferra a una concepción anticuada de derecha e izquierda, a la que sean añadido las calificaciones de extrema izquierda y extrema derecha, referidas a los radicalismos de la izquierda y la derecha, los cuales no dejan des ser apéndices de ambas. También la de centro. ¿Y qué es centro? Una mera noción geométrica cuya aplicación a la partitocracia no es otra cosa que el corrimiento hacia un punto de encuentro de la izquierda y la derecha. Y ese espacio de encuentro y maridazgo no es otro que el económico. Pero al ser necesario mantener la ficción de que existe una izquierda y una derecha, se recurre a diferenciarlas mediante formulaciones retóricas y comportamientos políticos que no afecten a la estrategia de la llamada "globalización", no otra cosa que el imperio del dinero, enmascarado tras el trágala de la alternancia a que me refería en mi anterior crónica. Bien sabes, querido Antonio, que los términos izquierda y derecha provienen del emplazamiento de los escaños en la Asamblea resultante de la revolución francesa. Los que estaban a la izquierda a la derecha del eje geométrico de la sala parlamentaria, aunque fueran ideológicamente los mismos. Habría de remontarme al nacimiento de la Orden de los Iluminados, creada bajo los auspicios de la casa de cambios de los Rotschild (los mismos que financiaron a Carlos March mientras escribía "El Capital") en la noche luciferina de Walpurgis del 1 de mayo de 1776. Sólo anotaré que la Orden operaba a través de dos ramas: el Movimiento Revolucionario Sionista (capitalismo de Estado) y el Movimiento Sionista Liberalista (capitalismo de libre empresa). Y que tras el forzado hundimiento de la URRS se cerró la tenaza de la "globalización" Una de las claves de la actual tiranía de la globalización financiera y de sus objetivos se encuentra en la conferencia que David Rockefeller pronuncio en 1966 en el Círculo Económico de Nueva York. No trascendió más allá de una fue acallada con presteza y del que no se volvió a hablar. Rockefeller expuso su tesis sobre los cambios que en materia económica, social y política debían afrontar los líderes actuales de la comunidad empresarial y financiera. El poderoso financiero judeonorteamericano partió de la doctrina sobre la economía de mercado de Shumpeter y de Hayec, sus maestros universitarios, para luego avanzar en el diseño de las responsabilidades que hoy corresponden a los empresarios, las cuales "van bastante más allá del simple manejo eficaz, honesto y rentable de un negocio". Las ideas básicas del discurso de Rockefeller pueden sintetizarse así: la revolución democrática de los años ochenta atribuye a los individuos y a las instituciones privadas un papel superior que a los Estados; el Estado benefactor y sus programas de ayuda social han periclitado y son insostenibles; la reducción de las competencias del Estado está convirtiendo a las empresas en enormes e ineficaces burocracias; el proceso de cambio operado por el capitalismo se ha logrado con muy elevados costes humanos, los cuales entrañan el peligro de que las grandes corporaciones y sus dirigentes sean contemplados de nuevo como explotadores y delincuentes; además de obtener ganancias, los líderes empresariales deben contemplar también las necesidades de los trabajadores y de la comunidad; el malestar y el desencanto de los ciudadanos podrían desembocar en la reasunción por los gobiernos del papel que cumplieron antes de la revolución democrática; para evitar los dos anteriores riesgos, las empresas deben incluir en sus rendimientos la dimensión social ; la solución radica en que los líderes empresariales sean empresarios y filántropos a un mismo tiempo; para cumplirlo, el empresario estadista y benefactor debe derivar parte de sus beneficios a las fundaciones. No mucho más tarde pronunció el entonces cardenal Razzinger una sonada conferencia durante el simposio "Iglesia y Economía" celebrado en la Universidad Urbaniana (19.11.1981). Una dura y sólida crítica del materialismo y el relativismo en la que rebatió la tesis de Adam Smith de que "la moralidad y el mercado son incompatibles, puesto que las acciones morales voluntarias violan las reglas del mercado y el propio mercado eliminaría al empresario moral". Aunque esta concepción, advertía el purpurado, propende a la libertad del empresario individual y, en esa medida puede llamarse liberal; pero en su verdadera sustancia es determinista". He creído necesarias tales antecedentes para un mejor entendimiento de la realidad económica, social y política en que estamos inmersos y a la que no es ajena la reconversión del socialismo marxista en socialdemocracia liberalista ni de la derecha con pretensiones sociales en liberalismo progresista. Es a lo que Vidal Beneyto, prisionero de las etiquetas y de su sectarismo, llama derechización, sin caer en la cuenta de que el dueño de "El País" en que escribe, Jesús Polanco, es un ejemplo paradigmático del sucio juego económico, social y político de "los amos del mundo". Alimenta la delirante y demagógica deriva de Rodríguez y comparsa, con la servil colaboración de Felipe González, el ya multimillonario Felipe González, empleado de Carlos Slim, socio de Polanco, al que la clasificación anual de la revista "Fortune" sitúa en el puesto número dos de entre los más ricos del mundo a título individual. Y puesto que la moralidad y el mercado son incompatibles, como sentenciaba Adam Smith, hay que destruir la moral y a la Iglesia Católica, su sostenedora, para que el capitalismo prevalezca. Es la función encomendada a la teórica izquierda, mientras le sirve de cobertura la también teórica derecha, cada vez más acomodada al racionalismo relativista. Valgan algunos ejemplos: Schröeder sentó las bases de la política económica por la que avanza Angela Merkel; Blair fortaleció el esquema trazado por Margaret Thatcher; China ha entrado de lleno en el área capitalista, aunque manteniendo el sistema autoritario heredado del maoísmo para bloquear cualquier índole de insurgencia contra el sistema económico liberalista; gane las presidenciales francesas Sorkozy o la Royal, no variarán en su sustancia el modelo económico de liberalismo capitalista, aunque lo encubran con espantapájaros demagógicos; y es obvio que republicanos y demócratas noreteamericanos, subordinados de la Orden, responden al mismo patrón de la ficción de derecha e izquierda, aunque lo enmascaren con pugnas circunstanciales. 2. LA ACTUAL CRISIS DE LA IZQUIERDA EL caso de España es peculiar una vez más. Rodríguez es un arbitrista ayuno de talento, inflamado por retrospectivos resentimientos familiares y políticos, y empecinado en la esquizofrénica pretensión de un retorno histórico a la II y III Repúblicas. A una demagogia que ya condujo España a sangrientos enfrentamientos. Esta izquierda adherida a tópicos trasnochados, de los que se deshizo hace tiempo el socialismo europeo, satisface la estrategia iluminista contra la moral y contra la Iglesia, la cual, en nuestro caso, también perseguía cobrarse venganza histórica mediante la destrucción de la unidad de España, fracasada con la I República federalista. Se cumple así desde la izquierda la tesis capitalista de Adam Smith. Pero también, aunque pueda parecernos paradójico, la subordinación a la estrategia capitalista. La irresponsabilidad de Rodríguez y de la caterva de advenedizos que le rodean, ha convertido España en un lazareto del que se alejan la mayoría de los gobiernos occidentales. Pero es innegable la connivencia del gobierno Rodríguez con los más potentes grupos financieros y empresariales españoles, a los que presta favores a cambio de sustanciosas contraprestaciones. Grupos financieros y grandes empresas que conectan con los similares extranjeros de la tiranía globalizadora. La izquierda española está, por suertes contrarias, sumergida en su lodazal histórico de remembranzas marxistas; y al propio tiempo, sirviente atrabiliario del gran capitalismo. De ahí que en sus propias contradicciones y servidumbres, además de las otras cuestiones sobre las que preguntas, está el origen de la crispación a que malévolamente se refería Vidal Beneyto, atribuyéndolo a una derecha que cada día se parece más a la acomplejada CEDA republicana. Yerra Elorza al atribuir a la "izquierda universal" una regresión debida a la traición unos ideales todavía vigentes. El socialismo renunció a su ideología originaria, la marxista, cuando décadas atrás se convirtió en socialdemocracia. Incluso el partido comunista italiano se hizo socialdemócrata para ocupar el espacio vacante tras el hundimiento del partido socialista, aunque dejando a su izquierda una minoritaria formación comunista, similar a la de Llamazares, que diera crédito a su transformismo. Elorza, como tantos otros, no quiere ver más allá de sus narices, pese tener a su alcance el desmentido cotidiano en "El País" de la tarangana polanquista. Atribuir ideales a los partitócratas actuales, y en particular a quienes enarbolan la bandera del izquierdismo, es tan estrambótico como que pretendieran santificar a Santiago Carrillo los "okupas" de la iglesia madrileña de San Carlos Borromeo, aduciendo que dio a más de ocho mil creyentes el pasaporte para que fueran acogidos por Dios con anticipación. Ahora no recuerdo quien escribió aquella tremenda verdad de que a la política se va por vanidad, por dinero o por ideal. Y que a los primeros se les compra con cargos y distinciones, y a los segundos con dinero, pero que a los idealistas hay que matarlos. Abolida la pena de muerte física, a los idealistas se les aplica la pena de muerte civil. Se les expulsa de la tangana democrática, se les cierra el acceso a las plataformas mediáticas y se les encierra en los calabozos del silencio. Son los más impuros de los impuros para la cínica y veleidosa izquierda en la que se autoencuadra Elorza.. Y también para la derecha. Si los impuros son para Elorza los que abandonaron los ideales revolucionarios será tan difícil encontrar un puro como hacer pasar un camello por el ojo de la aguja. Tan peliagudo como demostrar la pureza de sangre de algunas estirpes reales o aristocráticas. Ya lo expuse en las consideraciones a tu primera pregunta y lo doy por sabido. Pero resulta aún más esperpéntico reducir la pureza de un ideal al visceral antiamericanismo de Rodríguez ya la defensa a ultranza de la Alianza de Civilizaciones, no otra cosa que la alianza facciosa y masoquista con el terrorismo islámico. O a esgrimir el espantajo de un PP "fascista". ¿Saben acaso estos chicharreros lo que es el fascismo como fenómeno político y social para las ciencias políticas y sociales? No es ocasión para disertar por extenso sobre el fascismo. Pero sí para unas breves anotaciones que tomo prestadas. "En psicología -alecciona Fuenzalida Faivovich- la palabra fascismo ha sido utilizada para designar una escala que pretende medir la existencia de un tipo de personalidad caracterizada por el convencionalismo, la sumisión de tipo autoritario, la agresión de estilo autoritarios, la oposición a sujetos imaginativos, sensitivos, la superstición y la esterotipia, la preocupación por el poder y la tenacidad, la tendencia a la destrucción y el cinismo, la proyectividad y en énfasis exagerado en lo sexual". Los estudiosos del fenómeno fascista convienen ahora en que se registra una peculiar supervivencia de ciertas formas de fascismo en las modernas sociedades industriales y de servicios, una de cuyas características reside en el predomino de los expertos (lo sean realmente o de boquilla, añado por mi cuenta). Y a este tenor, los elementos que caracterizan al fascismo primigenio y a sus derivaciones más próximas advierte Lipset sobre la existencia de dos fascismos: el fascismo de izquierda y el fascismo de derecha. Aún sin necesidad de profundizar en el tema, invito a una simple proyección de los datos antes anotados sobre la ejecutoria de Rodríguez y del actual PSOE que también dirige y ha perdido por el camino sus revolucionarios signos ideológicos de socialista, obrero y español. De inmediato se percibe que ha derivado en fascismo de izquierda. Es consecuente su afección identificadora con los fascismos rojos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina. Y también con nuestros fascismos secesionstas y el fascismo del fundamentalismo islámico. 3. ¿QUIÉNES, Y CÓMO, VOLARON LOS TRENES? EN lo tocante a este otro tema, difícilmente desvinculable los anteriores, me remito a lo escrito en la crónica de la semana anterior y comparto tu incredulidad. Si acaso dos añadidos, el primero de ellos referido a los explosivos que realmente utilizaron los criminales en los trenes de la muerte. Resulta desconcertante, en efecto, que transcurridos tres años no se conozca a ciencia cierta su naturaleza, pese a que los antiguos hombres de Vera se apresuraran a descartar el habitualmente utilizado por ETA, saltándose a la toreras los protocolos de análisis establecidos. ¿Y a qué se debe el estrepitoso silencio caído sobre la clase de explosivo utilizado por ETA en el atentado de la nueva terminal de Barajas, pese a que el tiempo transcurrido haya sido suficiente para un concienzudo análisis técnico de la Policía Científica? ¿Acaso porque el resultado podría reforzar la hipótesis de la relación de causa a efecto que Felipe González consideraba plausible y Rodríguez confió a Pedro J. Ramírez? El segundo proviene de un jurista que sigue con atención ls que acontece en la sala de la Audiencia Nacional que preside el magistrado Gómez Bermúdez. Salvo que se registren sorpresas y las cosas sigan como hasta ahora, no existen al día de hoy elementos probatorios consistentes para atribuir a los encausados la autoría de la matanza o su inducción. Acaso acciones penales contra los traficantes de explosivos y droga y los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado que los tuvieron como confidentes y permitieron sus desafueros, amén de las derivadas del delito de perjurio para un buen número de testigos. Es muy posible que, como sucedió en el proceso de los GAL, quede sin despejar la X pese a que su perfil estaba entonces bien definido. Llega un momento en que la concreción de la responsabilidad penal alcanza un techo que puede desfondar la estabilidad de altas instancias del Estado. 4. ANTICATOLICISMO PUES sí que afecta al porvenir de nuestra Patria, querido Antonio, el encrespado laicismo en que se han embarcado el gobierno Rodríguez y la izquierda tópica. Los que pretenden empalmar con la II y III repúblicas, como si entre 1939 y la constitución de 1978 existiera un vacío que se intenta rellenar con la falacia de la "memoria histórica". No es cosa de desmenuzar la evolución constitucional española en lo relativo a las relaciones Iglesia-Estado. Pero sí recordar que la de 1931 fue la más radicalmente laicista de todas las anteriores. En esta cuestión, sobre todo, los constitucionalistas de 1931 recogieron casi literalmente el documento-guía que el Gran Oriente de España proporcionó a los 148 diputados masones e hicieron también suyo los de izquierda que no pertenecían a la secta. Se consumaba así una pertinaz estrategia masónica a la que no fue ajena la quema de templos y actos sacrílegos que siguieron a la proclamación de la República. Los jesuitas fueron expulsados de España, se prohibió el Crucifijo en los centros de enseñanza y cualesquiera instituciones públicas y se suspendieron las procesiones de Semana Santa, amén de otras medidas igualmente persecutorias. Esta virulenta prédica antirreligiosa se tradujo en la destrucción de iglesias y el asesinado de sacerdotes y creyentes durante la sangrienta revolución de octubre del 34. Y se generalizó con extrema saña bajo la III República, o República Popular. Ambos lo vivimos en nuestra infancia y podemos dar testimonio de la ferocidad de la persecución. Lo justo y razonable fue que la Iglesia respaldara al naciente Estado Nacional y atribuyera la condición de "cruzada" a la guerra emprendida contra la revolución roja del Frente Popular. Y que el régimen nacido de la victoria militar reparase los daños sufridos por la Iglesia. No puede negarse la catolicidad institucional del Estado Nacional. Los antecedentes de la II República y de la guerra así lo requerían. Pero consintió al propio tiempo que existieran templos de otras confesiones cristianas. Recuerdo al propósito que cuando llegué a Madrid para cursar en la Escuela Oficial de Periodismo (1943) me acogí al comedor del SEU en la calle Beneficencia, en la que había una iglesia anglicana regentada por un obispo que tenía un hija regordeta con la que más de uno ligó. Y recordarás que existía otra en la calle Noviciado, pared por medio con la Universidad Central. Y un templo de la Iglesia ortodoxa a cuyas ceremonias religiosas asistí en alguna ocasión con el filósofo rumano Vintila Horia. Tampoco habrás olvidado que los componentes de la Guardia Mora de Franco, y no sólo ellos, disponían de un espacio propio para su culto. Respecto de estos últimos no puedo omitir lo que me explicó el coronel retirado Juan Mainar, el mismo, por cierto, que al frente de un tabor de regulares dirigió el golpe de mano de la ocupación del monasterio de Castell. No llegaron a tiempo para liberar a los prisioneros que fueron asesinados en masa, menos dos que escaparon milagrosamente, uno de ellos Rafael Sánchez Mazas. Pero sí a más de doscientas mujeres que iban a seguir la misma suerte. Me decía que, además de la admiración hacia Franco, les motivaba la convicción de que luchaban contra el enemigo de cualesquiera convicciones religiosas, incluida la musulmana. Y no resultaba extraño que, tras un avance, la custodia a de una iglesia recuperada se encomendara a una pareja de moros. Aunque no regulada la libertad religiosa, existió de hecho consentimiento. Sería en exceso prolijo exponer la historia veraz de las relaciones Iglesia-Estado durante el régimen nacido de la guerra. Hasta tal punto fue respetuoso con la Iglesia-Institución que nunca hizo uso el Jefe del Estado del llamado "derecho de presentación" y tampoco rechazó los nombramientos episcopales, ni tan quiera durante la conspiración taranconiana. respecto de la cual escribí una carta a monseñor Benelli, sustituto de la Seccretaría de Estado vaticana, el 1º de abril de 1969, cuya copia encontré la semana pasada gracias a un de mis hermanos y te enviaré una fotocopia. Y cuando el Concilio Vaticano II reconoció la libertad religiosa, el Estado español la hizo suya mediante la preceptiva ley. No debo ocultar en lo que concierne a la separación de potestades entre la Iglesia y el Estado, también fruto de aquel Concilio, que ese era uno de los 28 puntos fundacionales de Falange Española. Y que pese a su tuétano católico, impregnación de José Antonio, también FE se anticipó al reconocimiento conciliar de la libertad reeligíosa al admitir en sus filas afiliados de otras confesiones e incluso agnósticos. El artículo 16 de la constitución de 1978 garantiza la libertad religiosa y de culto. Y el apartado 3 establece: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". Este artículo 16 fue uno de los más debatidos por los constitucionalitas del 78 hasta llegar a la fórmula de acuerdo que recoge dicho texto, el cual, según Mariano Daranas ("Las Constituciones europeas".Editora Nacional, 1979), es un reflejo de la Constitución italiana, respetuosa con los Tratados de Letrán pese a que éstos fueron suscritos en tiempos de Mussolini. En España se sustituyó el Concordato con la Santa Sede por unos acuerdos, todavía vigentes, que recogían el espíritu del citado artículo 16 de la constitución y pormenorizaban derechos y deberes de ambas potestades. Para quien conozca éstos acuerdos resulta evidente que el gobierno Rodríguez y la izquierda en que se apoya conculcan en no pocos aspectos la norma constitucional y lo convenido con el Estado Vaticano, que a algunos gusta decir. Sarkozy, candidato a la presidencia de la República y fiel a la laicidad del Estado, herencia de la lejana y jacobina Revolución francesa, sostuvo en unas recientes declaraciones que, sin renunciar a dicha laicidad, era necesario reconocer la existencia en su país de millones de católicos y que sus principios morales contribuyen de manera decisiva a la moral social y han de ser alentados por cuanto han favorecido la estabilidad del la nación. Un reconocimiento que rehúsan Rodríguez y sus compinches, para quienes la Iglesia Católica es un enemigo a batir. Lorenzo Contreras recogía el contenido de la conferencia-coloquio de Fernando Vallespín, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en el Foro de Madrid/Tercer Milenio. A Vallespín, hombre de confianza en el tramado moncloaca, se le debió escapar lo que Lorenzo Contreras recoge en esté párrafo de su crónica "Confidencias del presidente del CIS (Estrella Digital 26.04.2007): "Pasaron los tiempos en que España, en la línea del sentir expresado por Manuel Azaña, hubiese dejado de ser católica, ya que ahora nos revela el CIS que seguimos siendo un país católico, con independencia de que no seamos sociológicamente religiosos. Reñidos con la política, sí, pero con el sentimiento basado en las creencias ultraterrenas heredadas a través de la historia y la cultura. Catolicismo no ejerciente a través del culto, salvo tal vez alguna Semana Santa que otra. Así somos y así nos presentan los autorizados sondeos de la institución que preside don Fernando Vallespín Oña". Podría añadir que no sólo "alguna Semana Santa que otra". Esa misma herencia se manifiesta por toda España en las múltiples romerías marianas y otras festividades, además de en el Día de Difuntos y la festividad de Todos los Santos. El visceralismo anticlerical de Rodríguez y su cohorte, además de la inspiración iluminista, no sólo quieren desconocer esa realidad sociológica. Se esfuerzan al máximo por desarraigarla y sustituir la moral católica por una inmoralidad generalizada que convierta a la sociedad en masa desalmada y fácilmente manejable. A esa predeterminación se debe la imposición escolar de la asignatura "Educación para la ciudadanía", equivalente a la dictatorial decisión de su amigo Chávez de que en las empresas venezolanas se instruya obligatoriamente a los trabajadores en ideología marxista. Y al propio tiempo, pone toda clase de trabas a la enseñanza de la religión católica, mientras favorece con descaro la enseñanza islámica. Rodríguez, en definitiva, sueña con poder proclamar, como Azaña, que España ha dejado de ser católica. Y para concluir este capítulo de tus preguntas resumo el contenido de un estadística que circula por Internet. Las inversiones de la Iglesia en centros de enseñanza, alumnos (990.774), centros sanitarios y asistenciales, acción humanitaria de Cáritas, y otras entidades afines, obras misionales Centros de reeducación para marginados, orfanatos y conservación y mantenimiento del patrimonio histórico-artístico eclesiástico, ascienden, según el prestigioso economista José Barea, a 31.189 millones de euros anuales, aportados voluntariamente por los fieles. ¿Estaría en condiciones el gobierno Rodríguez de sustituir a la Iglesia en la cobertura de tales necesidades cuando solo es capaz de financiar en parte muy reducida las necesidades objetivas derivadas de la electoralista y demagógica Ley de Dependencia? Nada le importa con tal de aniquilar la Iglesia católica. Vivimos los católicos, no cabe duda, nuevos tiempos de persecución. Y no sólo política. Semanas atrás fue agredido en Cuenca , tras cerrar la iglesia al anochecer, el párroco de El Salvador, dónde fui bautizado. Hubo de ser internado en el hospital. Preguntó a los energúmenos la razón de que le agredieran. Le gritaron: "¡Por ser cura!". Casos similares se han registrados en diversos puntos de España bajo un manto de silencio mediático. 5. VIOLENCIA DE GÉNERO NO me he preocupado en indagar los datos que reclamas. Y no sería honesto dejarme llevar por lo que deduzco a tenor de las noticias sobre las que el mujerismo hincha el perro en los medios. Es difícil conjeturarlo pues habitualmente se habla de parejas de hecho y separados. Se oculta asimismo la muerte de varones a manos de sus hembras, realidad que ha incitado a la creación de una asociación de hombres maltratados. O en el ámbito de apareamientos homosexuales. Ni de la tortura psicológica de las hembras sobre los varones, la cual está en el origen de reacciones violentas de éstos no siempre con resultados mortales. La lectura de "El cerebro femenino", de la neuropsiquiatra estadounidense Louann Brizendine (Editorial RBA), ilustra sobre la especial capacidad femenina en ese ámbito. A lo largo de mi ya larga existencia he conocido buen número de estos casos, unos con el resultado del achicamiento del torturado y otros con el de su reacción de fuerza, para la que el hombre está cerebralmente dotado. No pretendo justificar la violencia masculina ni desmentir a las víctimas femeninas. Pretendo ser realista. Y creo que las causas del crecimiento de este fenómeno criminal responde a tres formas de estímulo. En primer lugar a la teoría gramsciana de vaciar de contenido el valor semántico de las palabras (de ahí que se determine como violencia de género sólo a las mujeres, cuando los géneros son tres; masculino, femenino y neutro), y de que debe fomentarse una multiplicad de enfrentamientos para descomponer el tejido social: mujer contra hombre, hombre contra mujer, hijos contra padres, alumnos contra profesores y un largo etcétera. En segundo lugar, el descrédito de la Justicia y un vago sentimiento de impunidad que incitan a las gente a tomarse la justicia por su mano. Y por último, el fenómeno de emulación, o de imitación, desde tiempo estudiado por psiquiatras y sociólogos, el cual ha alcanzado niveles paroxísticos de incitación en el los espacios mediáticos, con especial recreo en los detalles morbosos por la televisión. Cualquier observador atento puede descubrir, en efecto, que las formas de estos crímenes pasionales, que se decía en tiempos con mayor propiedad, suelen repetirse en determinado arco de tiempo a partir de la primera vez que se difunde con lujo de detalles. El problema es harto complejo y renuncio a ahondar en él para no alargarme más. Presumo que bastará con estas anotaciones. HASTA LA PRÓXIMA Y aquí concluyo con esta extensa disquisición, obligada por la provocación que entraña tu propuesta de aclaraciones que no precisas. Conoces de sobra que no es lo mío la contención, proclividad que espero me perdonen los lectores, en particular los más sufridos que hayan llegado hasta aquí.

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