jueves, marzo 29, 2007

Carmen Tomas, ZpM no sabe ni lo que cuesta un café, y eso es un síntoma

Zapatero no sabe ni lo que cuesta un café, y eso es un síntoma
Carmen Tomás
Al presidente se le escapa que el alza de los precios es un problema cotidiano para millones de españoles. Mientras, él no toma medida alguna por la competitividad y la productividad.

29 de marzo de 2007. El presidente del Gobierno demostró el pasado martes en la macro entrevista que le preparó TVE que de economía doméstica está bastante pez. Rodríguez Zapatero aseguró que un café cuesta 80 céntimos de euro y desde ese momento no se habla de otra cosa. El presidente no tiene ni idea de lo que cuesta un cafelito en cualquier bar de la esquina. Y la pregunta que se hace mucha gente es que si no sabe ni lo que cuesta un café, si su mundo feliz económico no sale de La Moncloa o de la cafetería del Congreso de los Diputados, las dos tardes de economía que le prometió Sevilla no han servido de mucho. El presidente del Gobierno debería estar al tanto de que las grandes cifras son una cosa y la realidad diaria del presupuesto familiar es otra. Da un poquito de vértigo darse cuenta de que Zapatero se tiene muy bien aprendido el discurso del PIB y que de los precios que cada día soportan los ciudadanos no tiene ni idea. A estas alturas de la película, nadie entiende cómo sus asesores no le han explicado la vida real. La subida de los precios en este país es una de las grandes pesadillas. Los precios de cada día, señor Zapatero. Esos precios de los que hasta el propio Pedro Solbes dijo un día que están disparados. El discurso de la bonanza de la economía española tiene muchas grietas. Detrás de las grandes cifras está el esfuerzo diario de millones de españoles para abordar el pago de la hipoteca. Los intereses han subido un 13% en un año y no parece que vaya a parar la escalada. Además, no sólo los españoles tienen una hipoteca. Muchos están endeudados hasta las cejas con otros créditos que han utilizado y a tipos más altos que el de la vivienda para comprar coches, operarse y tantas cosas. Luego está el asunto de las tarjetas de crédito y de compra. En fin, que quien más que menos tiene comprometido el total o casi la totalidad de sus ingresos. En estas circunstancias de endeudamiento hasta las cejas, que el presidente del Gobierno nos venga con estos cuentos de la excepcionalidad de la situación económica de España es más que para la risa para la preocupación. Mientras Zapatero vive en su mundo, el Gobierno no toma medida alguna destinada a que el crecimiento de la economía sea sostenible a corto plazo. Máxime si tenemos en cuenta que ya no hay estudio ni experto ni institución que no esté preocupado ante la posibilidad de que la burbuja inmobiliaria estalle y nos pille. Datos para la preocupación ya hay para aburrir. Los precios empiezan a bajar, los tipos de interés no paran de subir, se escrituran menos intercambios y sigue sin haber viviendas para alquilar. Un cóctel que puede poner en peligro todo el andamio en que se sostiene la economía española. Dedican tanto tiempo a intentar que Pizarro se vaya de Endesa y que sus amigos se hagan con la empresa que nadie toma ni una medida que favorezca la competitividad y la productividad. Mirar para otro lado no nos salvará y mientras nuestros socios empiezan a remontar, nosotros podemos empezar a retroceder.

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