miércoles, febrero 28, 2007

Rafael Iturriaga, Inhumanos exabruptos

jueves 1 de marzo de 2007
Inhumanos exabruptos
RAFAEL ITURRIAGA NIEVA/CONSEJERO DEL TRIBUNAL VASCO DE CUENTAS PÚBLICAS

Tendemos a pensar que uno va dejando huella de su forma de ser como una especie de restos de ADN moral en aquello que hace. También somos conscientes de que la conciencia es tributaria del ser social que somos. En definitiva, que más que vivir como pensamos, terminamos por pensar como vivimos.Este mismo efecto se produce en relación con los oficios o cargos que ocupamos. No deja de ser un prejuicio, pero como vivimos en sociedades complejas y establecemos relaciones fugaces en contactos superficiales, para poder manejarnos suplimos la falta de datos sobre los demás con las estereotipadas características que atribuimos a su condición social o profesional. Dada la universal autopercepción positiva respecto de las intenciones de cada uno (algo que dejó bien demostrado Mafalda con aquella inocente encuesta callejera '¿Es usted bueno?') inferimos que los padres de familia son responsables (ya lo decían los romanos), que los médicos se apiadan de los enfermos, que los jueces buscan la justicia, etcétera. Nos parece, por ejemplo, que quienes manejan dinero son más inteligentes. Imaginamos en el general jefe de Estado mayor un cierto aire marcial y en la ministra de Cultura a un ser algo más cultivado que la media, etcétera.A veces ocurre que, para nuestro asombro, la persona que no conocíamos en persona se nos muestra en vivo echando por tierra los prejuicios (buenos o malos), tanto sea para emocionarnos con la delicada flor nacida en medio de estiércol como para espantarnos ante la tacañería del rico, la zafiedad del catedrático, la maldad de la monja, etcétera.Algo de esto me ha sucedido ante las inhumanas declaraciones de un satisfechísimo director de Derechos Humanos del Gobierno vasco.La prensa del pasado 13 de febrero hacía referencia a la presentación de una iniciativa para «promover la empatía con los colectivos que, como las víctimas del terrorismo, más han sufrido», todo ello en relación a «las transgresiones de los derechos humanos específicas del País Vasco». La retorcida sintaxis (literal) no puede apenas velar el empeño mixtificador de la realidad, ni el tinte rabiosamente 'equidistante'. No acaba uno de comprender cuáles puedan ser esas «transgresiones específicamente vascas» de los derechos humanos. En realidad, lo que especifica en Euskadi las transgresiones a los derechos humanos no es nada intrínseco ni objetivo. Lo que las identifica es la motivación y la autoría (imposición de su criterio nacionalista y ETA). El tipo de crimen y el tipo de víctima no son nada 'específicos' caben tiros, bombas, amenazas, y caben vascos, españoles y hasta ecuatorianos. Por cierto, menudo circunloquio para mencionar sin citar los atentados de ETA ¿O se trata de que el señor director de Derechos Humanos quiere referirse a algún otro tipo de 'transgresión'?Otro aspecto nada inocente del discurso: si las víctimas del terrorismo son un colectivo más entre «los que más han sufrido», ¿cuáles son los otros? Es decir, ¿a qué otro tipo de 'transgresiones específicamente vascas' y a qué otro tipo de 'colectivos sufrientes' hace referencia sutilmente el señor director?En cualquier caso, lo peor estaba por llegar. En efecto, tras la exposición de tan loable iniciativa (empatizar con las víctimas, es decir, 'ponerse en su lugar'), se explica que lo que iba urdiéndose (nunca mejor dicho) era una red «configurada como foro de asociaciones» que ejecute (aquí el verbo puede sonar excesivo) a lo largo de 2007 un «nuevo diagnóstico sobre el estado actualizado de la educación para la paz en Euskadi», algo que, para comenzar, se supone que debería formar parte de esa cosa en misteriosa elaboración que se anuncia como 'Currículum Vasco'(específico, pues, donde los haya y que merece comentarios aparte) y sería, en todo caso, competencia de la autoridad educativa.Pues, volviendo a la iniciativa, resulta que el 'nuevo diagnóstico' a realizar en 2007 va a superponerse al 'viejo diagnóstico' que un grupo de escogidos 'expertos' viene elaborando ¿desde el año 2000! Poco sabemos de las conclusiones de tan pausadamente elaborado informe, salvo que, al parecer, es declarado obsoleto desde su misma presentación, lo que ya indica algo sobre lo atinado del mismo y del que se extrae, como perla que se convierte en titular de la noticia en todos los medios, lo siguiente: Que el testimonio presencial de las víctimas (se supone que del terrorismo) en las aulas (no sabemos de qué curso) es algo que resultaría «excesivamente abrupto» para nuestros delicados niños, razón por la que se opta por un «aterrizaje suave» consistente en la «lectura a los alumnos de un testimonio escrito de una víctima de ETA». Es algo tan idiota que, a primera vista, cuesta incluso encontrarle la maldad. ¿Quién ha podido decir semejante cosa?... ¿Cómo puede presentarse orgullosamente a la opinión pública, salvo que nos tengan por lerdos a todos?En primer lugar y como es obvio, que una víctima directa de ETA dé una charla en un colegio es imposible (sería demasiado abrupto). Si acaso, podría hacerlo un mutilado o una víctima indirecta allegada a alguno de los asesinados. Y si encontráramos al mutilado que tuviera la paciencia y la caridad de revivir su experiencia ante los alumnos para transmitirla y dialogar con los chavales sobre ella ¿puede concebirse algo más educativo para la paz? ¿Qué quieren decir con eso de 'abrupto'? ¿Será, tal vez, algo más abrupto que sus videojuegos? ¿O se trata, sencillamente, de seguir manteniendo a las víctimas de ETA (realmente existentes) en el limbo ideológico de 'todas las víctimas del conflicto' (las existentes y las imaginarias), es decir, tan camufladas y desaparecidas como siempre hasta ahora? ¿Qué pedagogos hay en ese grupo de expertos?Pero, además, y esto es lo más grave, siéndolo mucho lo anterior, ¿qué clase de educación para la paz estamos buscando? El problema no es la delicada sensibilidad de los niños vascos frente a la violencia sino, precisamente, todo lo contrario, su pasmosa insensibilidad. Insensibilidad frente a la violencia política, desde luego (como toda la sociedad vasca que es y ha sido tolerante y comprensiva con ETA y sus aledaños) pero resulta que nuestros angelitos son igualmente insensibles frente a la violencia sexista, racista y personal ('bullying') etcétera, tal y como las encuestas vienen poniendo de manifiesto con reiteración.Como señala el psicólogo y orientador escolar José María Avilés (EL CORREO, 14-2-07), «el grupo, con su silencio, legitima al agresor ( ) unos temen ser víctimas, otros se sienten culpables pero no saben qué hacer y un tercer grupo, en fin, ve normal la situación». Si esto es así, ¿qué necesitan nuestros alumnos? ¿Algo más de verborrea sobre 'transgresiones específicamente vascas de los derechos humanos' que serán fruto (es de suponer) del conflicto político que vive nuestro pueblo o un tratamiento de auténtico choque con la realidad, con los efectos vivos de la irresponsable violencia ejercida y consentida contra el diferente, la mujer, el rumano, el homosexual, el 'pringao', el 'madero', el adversario político?Es una enorme desgracia que nuestros jóvenes sean violentos por maldad o por interés, pero pienso que peor aún sería que, por no enfrentar la realidad, criáramos otra generación de cobardes e idiotas morales, como nosotros.

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