miércoles, febrero 28, 2007

Alfonso Garcia Nuño, Laicismo popular

jueves 1 de marzo de 2007
OSTRACISMO DE LO RELIGIOSO
Laicismo popular
Por Alfonso García Nuño
Me ha hecho llegar un lector el boletín de la APA del colegio de sus hijos. En él, hay una sección en la que los padres pueden participar mandando algún artículo. En el que tengo en mis manos, hay uno de un padre, llamado Manuel España, y titulado Por una enseñanza laica, que es un buen exponente de cómo es entendido el laicismo emergente y de hasta dónde va calando en la sociedad.
Es uno de esos escritos que representan el punto intermedio entre el común de la gente y el publicista, pensador o político profesional. Se trata de la digestión de lo que otros han escrito y pensado y que, una vez hecho más o menos suyo, se comunica al entorno más cercano, haciendo así de intermediario en el proceso de popularización de un pensamiento o, acaso, pasión vertida en palabras con aspecto más o menos razonable. Aquí es donde, en gran medida, algo puede o no convertirse en corriente social. Las ideas no vencen simplemente en el foro del pensamiento, lo hacen de verdad cuando se hacen de la gente, cuando encarnan anhelos profundos del hombre. Y esto es posible cuando las ideas se encuentran con los afanes del hombre concreto. Si además lo hacen con las necesidades verdaderas y profundas y no con la impostación de una falsificación de éstas, entonces estamos ante una corriente social de las que dejan fundamento en el andar de la historia.
Del artículo 27.3 de nuestra comatosa Constitución, en el que se dice: "los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones", deduce ese padre que la tendencia de la legislación debe dirigirse hacia una escuela pública y laica. Ésta la entiende él como "un modelo sin dogmas ni verdades absolutas, que educa al alumnado en valores universales, en la pluralidad, en el respeto a los derechos humanos y en la asunción de la diferencia y de valores éticos, no sexistas y democráticos". Esto evidentemente excluiría, llevándolo a sus últimas consecuencias, el dogma de la escuela laica y, por supuesto, los valores universales, pues qué son estos, convertidos en enseñanza, sino verdades absolutas. En otro caso, la pluralidad, el respeto a los derechos humanos, etc. deberían enseñarse como verdades relativas y, por tanto, como valores no universales, sino relativos a circunstancias varias.
Lo del respeto de los derechos humanos y la pluralidad supongo que incluirá el respeto a la libertad religiosa y, por supuesto, al derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que consideren oportuna. Pero ese padre entiende que lo religioso pertenece al ámbito íntimo de las personas y, por ello, "la enseñanza de la religión, en su vertiente confesional, no debe formar parte del currículo escolar". Así pues, la libertad religiosa sería la de creer en lo íntimo de la conciencia aquello que uno quiera. Pero, si esto fuera así, no estaríamos ante ningún derecho, pues en la intimidad ningún poder público tiene jurisdicción. Los derechos, cuando son tutelados por los poderes públicos, lo son porque tienen siempre una dimensión política, pues el hombre es inevitablemente social y todo lo suyo siempre vierte hacia fuera. Circunscribir la libertad religiosa a lo íntimo de la conciencia es negar dicha libertad. Para que esté garantizada la autonomía de la esfera civil-política y de la religiosa, no es necesario recluir la religión en lo más recóndito del alma. Entre la teocracia religiosa, que anula la autonomía de lo civil-político por imposición de lo religioso, y el ostracismo social de lo religioso, consecuencia típica de una mentalidad teocrática laica, supongo que habrá un punto intermedio.
Para don Manuel España, "no está en juego el derecho a elegir formación religiosa, sino el derecho a optar por una educación laica". Este padre tiene dos posibilidades. Una sería llevar a los hijos a algún colegio privado o concertado con ideario laicista o, en su caso, crearlo. Otra sería reivindicar que hubiera centros públicos de enseñanza integral laicista. Pero no creo que esto fuera incompatible con que hubiera otros centros públicos en los que pudiera haber la posibilidad de elegir la asignatura de religión. El pluralismo supone respetar la libertad de los demás, no es la coartada para imponer la propia.

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