domingo, enero 28, 2007

Tim Kane, ¿Luchar por la libertad obligados?

lunes 29 de enero de 2007
Fundación Heritage
¿Luchar por la libertad obligados?
por Tim Kane

Desde 2003 hasta 2005 –o sea después de que comenzara la guerra en Irak– la quinta parte más rica de la población ha estado sobrerrepresentada en el ejército en un 23%.

Han pasado 33 años desde que Estados Unidos se deshizo del servicio militar obligatorio y se transformó en un cuerpo militar totalmente voluntario. ¿Es acaso hora de volver a los días de la mili? El congresista demócrata Charlie Rangel cree que sí. Entre sus planes está mantener sesiones en el Congreso sobre ese tema en breve.
Durante años, Rangel ha estado diciendo que los norteamericanos ricos están "ausentes" del ejército. No hace mucho, rechazó la existencia de cualquier sentido del deber en la generación más joven de Estados Unidos. "Si un joven tiene la opción de escoger una carrera decente o ingresar en el ejército para luchar en Irak, puede usted apostar su vida a que no estará en Irak", aseguró en el programa Fox News Sunday el 26 de noviembre.
Es una calumnia bastante peculiar contra los voluntarios en uniforme. La retórica de la lucha de clases es el pan y el agua de los progres, pero resulta increíblemente insultante cuando se aplica a la integridad de los soldados norteamericanos que se encuentran luchando en una guerra de verdad. Rangel está hablando de personas que han escogido la profesión de las armas, hombres y mujeres que creen que es el camino más honroso en la vida.
Hay que acabar con el pernicioso mito de que las fuerzas armadas están llenas de soldados tontos. Es uno de los vómitos que más apestan en la película de Michael Moore Fahrenheit 9/11. Fue lo que se le escapó a John Kerry en su "broma" chapucera poco antes de las elecciones. Y es algo que la izquierda lleva diciendo demasiado tiempo sin que se le cuestione.
En el meollo de este debate hay una pregunta fascinante: ¿Es Estados Unidos una nación de víctimas o una nación de héroes? ¿Es tan difícil imaginar a una persona joven e inteligente escogiendo luchar por la libertad en el extranjero?
En 2005, se alistaron unos 80.000 jovenes en el ejército y venían de algunos lugares sorprendentes. Desde 2003 hasta 2005 –o sea después de que comenzara la guerra en Irak– la quinta parte más rica de la población ha estado sobrerrepresentada en el ejército en un 23%. Mientras tanto, el porcentaje de reclutas de los barrios más pobres cayó del 18% en 1999 al 14% en 2005. Las tropas también tienden hoy a tener una mejor educación que la media. Las puntuaciones de los exámenes de aptitud militar muestran que "los reclutas tienden a tener una mayor aptitud cognitiva que la población civil joven", según un estudio de 2004 elaborado por el Departamento de Defensa.
Presionado por Chris Wallace, el entrevistador del programa de la Fox, Rangel simplemente descartó los datos sin argumentación ninguna y luego hizo una nueva afirmación: casi todos los reclutas "vienen de comunidades con una tasa de desempleo muy, muy alta".
Pues tampoco.
Nueva York tiene una ratio despropocionadamente baja de reclutamiento, 0.72, que es 28 puntos porcentuales más baja que la media nacional, y también tiene una tasa de desempleo relativamente baja. Sin embargo, Montana tiene una tasa de desempleo aún más baja pero la proporción más alta de reclutamiento militar de todos los estados: 1,57. En conjunto, la correlación entre los índices de desempleo y reclutamiento entre todos los estados es negativa, no positiva (un porcentaje insignificante estadísticamente de -10.7%)
Rangel también argumenta que la guerra es menos probable cuando se impone el servicio militar porque los que toman las decisiones políticas no quieren poner a sus propios seres queridos en peligro. ¿De verdad? En los últimos 60 años, Estados Unidos ha luchado dos guerras (Corea y Vietnam) con el servicio obligatorio y dos guerras (las dos de Irak) con voluntarios. Simplemente no hay base alguna para decir que el servicio militar obligatorio mantiene la paz, pero ha de decirse que las guerras libradas así contaron con más tropas y hubo mayores bajas.
La cúpula militar de Estados Unidos se opone firmemente al servicio militar. Los generales y los almirantes sostienen que debilitaría la capacidad en las misiones y crearía enormes problemas estructurales y administrativos.
Pero incluso si todas esas ficticias aseveraciones sobre la mili fueran ciertas, el problema filosófico sigue allí: obligar coactivamente a realizar el servicio militar daña la libertad individual. Es curioso ver la manera en que Rangel y sus colegas intentan evitar la polémica renombrando el proyecto como "servicio nacional". También eso sería un voluntariado falso, coaccionado.
Los norteamericanos aceptan a veces restricciones sobre su libertad, pero sólo para fomentar el bien común. Por eso tenemos límites de velocidad e impuestos a la gasolina. Darle el poder al Gobierno para que controle y restrinja el empleo de todos los jovenes estadounidenses durante dos años no es algo que pueda llamarse bien común.
Los nuevos líderes demócratas de la Cámara de Representantes se han querido distanciar de la idea de Rangel, llegando incluso a afirmar que el Comité de Medios y Arbitrios que él preside no tiene jurisdicción sobre el tema. Se equivocan. Deberían pensar que si Rangel fuera en serio con su deseo de cerciorarse que todos por igual "compartamos el sacrificio", podría pedir que se instaurara un impuesto de tipo único. Mejor aún, podría poner fin a las deducciones fiscales de los grupos que defienden intereses especiales y a los gastos que genera su propio comité. Incluso podría propugnar un sueldo más alto para los militares.
Con respecto a la mili, el presidente, el Congreso y la nueva cúpula demócrata deben rechazar la idea así como la noción de un voluntariado obligatorio. Cuando uno se pone a reflexionar en esto, nada es más apropiado que fortificar la libertad individual en nuestro país. Es por lo que nuestras tropas luchan en el mundo entero.
©2007 The Heritage Foundation* Traducido por Miryam Lindberg
Tim Kane es director del Centro de Comercio Internacional y Economía de la Fundación Heritage.

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