miércoles, enero 31, 2007

Jose Luis Restan, Un prologo que hace historia

jueves 1 de febrero de 2007
UN EJEMPLO DE ECUMENISMO EN ACTO
Un prólogo que hace historia
Por José Luis Restán
Desde 1993 desarrolla su labor en Moscú el Centro Cultural Biblioteca del Espíritu, que reúne los esfuerzos de un conjunto de intelectuales ortodoxos y católicos, deseosos de ofrecer un testimonio de la fe en Cristo dentro de una gran unidad. Como su propio nombre indica, una parte de su actividad se centra en una intensa y esmerada labor editorial, que entre otras cosas ha permitido rescatar muchas riquezas de la teología católica para los lectores rusos.
Por iniciativa de algunos exponentes del Patriarcado de Moscú, la Biblioteca del Espíritu acaba de editar en ruso un verdadero clásico, la Introducción al cristianismo, que recoge las lecciones del joven teólogo Joseph Ratzinger a sus alumnos de Tubinga en 1967. A esta noticia se une el significativo hecho de que el Metropolita Kirill de Smolensk, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, haya querido escribir personalmente el prólogo de esta edición.
Significativo el gesto, y muy aguda la reflexión que introduce estas páginas para los nuevos lectores, evidentemente, en su mayoría ortodoxos. En primer lugar, Kirill destaca que la sorprendente juventud de un texto publicado en el lejano 1967 está relacionada con la necesidad cada vez más urgente que tienen los cristianos de descubrir los principios fundamentales de su fe, de volver a sus orígenes y fundamentos. A su juicio, la diversidad de las coordenadas históricas no ha hecho envejecer a esta obra, porque las corrientes culturales que condicionaban la comprensión del cristianismo a finales de los 60 están dando ahora, precisamente, sus amargos frutos.
No olvidemos que aquí habla una de las personalidades punteras del mundo ortodoxo, especialmente del que ha salido de la larga noche del comunismo y ahora afronta el desafío de una secularización galopante. El Metropolita Kirill denuncia que los cristianos de Oriente y de Occidente nos hemos preocupado demasiado por encontrar un lenguaje para dialogar con el mundo, pero nos hemos olvidado de los contenidos a comunicar. Es decir, hemos dado la fe por supuesta, cuando es precisamente la naturaleza de la fe lo que estaba en cuestión. Parece como si hubiéramos perdido la confianza en que la Verdad que anuncia la Iglesia tiene por sí misma una gran capacidad de atraer a las personas, porque habla directamente al corazón, de modo que a nosotros nos corresponde simplemente presentarla en toda su integridad y plenitud.
Precisamente esto es lo que encuentra Kirill en Introducción al cristianismo y lo que le hace apreciar el enfoque del teólogo Ratzinger, convertido ahora en Benedicto XVI. El amor a la Tradición que respira toda la obra, es lo más opuesto a la estrechez de miras; por el contrario, se transforma en una mirada profunda, una sabia capacidad de captar la esencia íntima de las cosas. La preocupación por volver a los fundamentos del cristianismo no sustrae al autor de los graves interrogantes que plantea el mundo moderno, sino que le llevan a responder con decisión fundamentándose en la eterna Verdad. Por último, el responsable de las relaciones externas del Patriarcado de Moscú reconoce que en este libro se hallan admirablemente reflejadas las raíces comunes de la ortodoxia y el catolicismo, que deben alimentar el testimonio común de la fe ante la enésima ofensiva del relativismo de la que hoy somos espectadores.Benedicto XVI ha agradecido con una carta personal el prólogo de Kirill de Smolensk a una obra que sigue siendo para él muy querida. El Papa pone el acento en que estamos ante el escenario de una modernidad materialmente acomodada, pero cada vez más frágil cultural y espiritualmente. Sin embargo, el corazón del hombre contemporáneo plantea preguntas e inquietudes justas, y sólo el Verbo Encarnado ofrece las respuestas que pueden saciar su sed. Por eso los cristianos, aferrados a Cristo y alimentados en la fuente de la Tradición viviente de la Iglesia, no deben temer anunciar la verdad de Dios, que hace libre y auténtica a la persona. La convergencia de análisis, de sentimiento y de compromisos que revela esta "correspondencia", revela mucho más que mera cortesía ecuménica. Tocamos ya con los dedos, el alma de la unidad.

No hay comentarios: