domingo, diciembre 24, 2006

Rosa Regás, Tiendas de barrio

domingo 24 de diciembre de 2006
Tiendas de barrio
ROSA REGÀS r.regas@diario-elcorreo.com
Sigue el debate por los horarios de las grandes superficies y los pequeños comercios. Dicen los pequeños comercios que si dejan abrir los domingos ellos salen perjudicados porque tienen que poner personal y la venta no da para tanto. Se entiende y en cierto modo tienen razón, pero estos pasados días, y de hecho todo el año, cuando quiero ir a comprar a las tiendas de mi barrio, no puedo hacerlo porque están cerradas. La mayoría no abre hasta las diez de la mañana y cierra a la una y media como muy tarde. Y por la tarde abren a las cinco. Sábados por la tarde, cerrado. Es como si fueran tiendas sólo para mujeres y hombres que no trabajan, porque los que trabajamos de ningún modo podemos comprar en las pequeñas tiendas. ¿Cuánto nos gustaría! Comprar en una tienda, a mi modo de ver tiene algo de ritual y de familiar que de ningún modo puede compararse a la multitudinaria compra de las grandes superficies que, por supuesto, tienen otras ventajas. Pero la delicia de levantarse, desayunar y salir a la farmacia de turno o a la floristería o a la droguería y luego, con la compra hecha, ir a trabajar es algo que a los españoles nos está vedado. No digo que no haya una sola tienda abierta, que las hay incluso a las ocho de la mañana. En mi barrio, por ejemplo, tenemos la tintorería que nos permite llevar la ropa y recogerla antes de salir al trabajo. Pero en general las rejas caen sobre las puertas de la mayoría de ellas.Y no es que no nos guste comprar en el barrio y nos tienten las grandes superficies, sino que nos vamos acostumbrando a ellas por pura necesidad, por sus horarios sobre todo más asequibles para los que trabajamos, y en cuanto nos hemos querido dar cuenta ya ni siquiera reconocemos las tiendas de nuestro barrio.No sé cuál es la solución, pero ya van surgiendo tiendecitas, de un poco de todo, la mayoría llevadas por peruanos, ecuatorianos, chinos o indios abiertas desde muy pronto hasta muy tarde, e incluso durante la noche. En Nueva York, por ejemplo, los famosos Delis no cierran jamás. Insisto, no sé cuál es la solución, pero echo de menos hacer la compra por la mañana, echo de menos las mercerías de barrio, alguna ferretería que ha tenido que cerrar, los famosos colmados convertidos en supers que cada día van aceptando más los horarios de las grandes superficies. Es como si a las pequeñas tiendas sólo les importaran los clientes que no tienen que ir al trabajo. Y sin embargo cada día somos más los que trabajamos. De hecho somos un ejército de clientes.

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