jueves, diciembre 21, 2006

Javier del Valle, La sonrisa forzada de fin de año

jueves 21 de diciembre de 2006
La sonrisa forzada de fin de año
Javier del Valle
N O parece que el fin de año ni la Navidad vayan a limar el clima de crispación que vivimos en el país ni en la escena internacional. Sin embargo, es obligado llevar la sonrisa por bandera durante estas fechas tan señaladas. No es que quiera aguar la fiesta a los lectores pero me parece artificiosa esta dictadura de la diversión –basada en el consumo- porque este clima perjudica seriamente a aquellos que sufren o se sienten solos. Sus pesares se incrementan mientras ven alrededor como todos nos emborrachamos o atiborramos de mariscos. Piensen en los enfermos, en los que la vida ha despojado de sus seres queridos o en los emigrantes que pasarán estas fechas lejos de su hogar. En Navidad se imponen los excesos y en enero vuelve la cuesta y la sobriedad para aquellos que viven una fiestas que no pueden permitirse. Mientras, otros sufren más de lo normal o viven su soledad con mayor intensidad. Esta época invita a realizar balances, aunque yo, quizá por mis ritmos vitales, suelo hacer propósitos a final del verano. El caso es que el año político se está cerrando, salvo que la varita mágica de Zapatero lo remedie, con una división frontal y una bronca constante alimentada por algunos radio y tele predicadores que a mí personalmente no me ayudan a comenzar el día con espíritu positivo. Tampoco me ayudan los señores Blanco y Zaplana, látigos fustigadores del PSOE Y PP, con reproches continuos sobre la memoria histórica, la corrupción que no cesa o las acusaciones constantes sobre política antiterrorista –nunca se ha encontrado España tan dividida ahora que se ha abierto una pequeña posibilidad de terminar con la amenaza de ETA-. Vivimos anclados en un pasado revisionista donde los reproches recíprocos son continuos sobre los actos de anteriores gobiernos socialistas y populares (sobre todo en materia de lucha contra el terrorismo ilustrado con vídeos). Asimismo, el centro del debate partidista y ‘machadiano’ –por aquello de la dos Españas que nos hielan el corazón- se centra lo sucedido en la Guerra Civil y en el Franquismo como si el pueblo llano no tuviese otras preocupaciones, a saber: el paro, el deterioro de los servicios públicos, la precariedad y el acoso laboral, la subida del coste de la vida, la corrupción urbanística a costa de un derecho reconocido por la Constitución que una y otra vez se pisotea sin importar el signo político del que gobierne, la atención a nuestros ancianos... Respecto a la polémica sobre la Ley de Memoria Histórica caben algunos matices. Es necesario restaurar la memoria de aquellos que fueron ejecutados y reprimidos durante la dictadura, también de aquellos inocentes que sufrieron los excesos de ambos bandos durante la contienda civil. No se debe despreciar el honor de las víctimas, sobre todo de las anónimas. El problema es que se trata de un proceso delicado, sobre todo cuando las distintas fuerzas políticas utilizan el debate para el revanchismo y la rapiña con el objetivo de encender un ambiente ya suficientemente caldeado.

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