domingo, agosto 27, 2006

El enigma de Maragall no es tal

lunes 28 de agosto de 2006
Cataluña
El enigma Maragall no es tal
Juan Carlos Girauta

La actual tarea de Maragall es fastidiar a su compañero Montilla cuanto pueda. Fue el primero en poner el dedo en la dolorosa llaga de la pureza de sangre, el primero en dudar de la idoneidad de un foráneo para sustituirle.

Si no queremos perdernos en analogías inservibles y conclusiones falsas, no pasemos por alto el elemento más insólito del paisaje político catalán. Con las elecciones a la vista, una circunstancia ciertamente extraña confunde al más pintado: la plena sintonía del president con un partido que no es el suyo. Su defensa de postulados de los que sus compañeros descreen, su militancia discrepa y sus votantes abominan.
La actual tarea de Maragall es fastidiar a su compañero Montilla cuanto pueda. Fue el primero en poner el dedo en la dolorosa llaga de la pureza de sangre, el primero en dudar de la idoneidad de un foráneo para sustituirle. Luego dijo que el candidato no era "la alegría de la huerta". Dos patadas en el hígado. Carod, el verdadero compañero de Maragall, tiene un estilo propio con las patadas: "Montilla no proviene de la tradición catalanista". Ya, es que en el Iznájar de los años cincuenta no estaba de moda Prat de la Riba.
El último palo maragaliano en la rueda montillesca es la propuesta de grupo parlamentario propio para el PSC, estimable iniciativa que convertiría al PP en el primer grupo de la Cámara y de la que ni Montilla ni nadie entre los suyos deseaba hablar. A CiU le ha faltado tiempo para explotar el asunto. ¿Quiere Maragall que gobierne Mas? Es un riesgo, pero sus fines son otros: sacudir a Montilla en lo personal, reducir sus expectativas y colaborar a que se repita el tripartito.
Maragall es un independentista. Ilustrado y despistado, temerario e improvisador, hoy amenazante y mañana zalamero, raro, pero separatista de pies a cabeza. Un secesionista apenas maquillado, con un poder que no acaba de entender, dado a las ocurrencias, adicto al peligroso juego de la creatividad política, al frente de una ambigüedad llamada PSC que opera como delegación territorial pero es un partido independiente.
Se ha obstinado en transmitir que se puede ser no nacionalista y participar de los más radicales principios, asunciones y políticas del nacionalismo. Empeño parecido al de Carod, el líder del partido donde un hombre como Maragall debería militar. Pero en Carod el "independentismo no nacionalista" es parte de una estrategia de expansión en un territorio con reglas propias y exclusivas. No me refiero al estatuto sino a reglas conductuales: la mayoría de individuos se consideran españoles, pero si la clase política les hace un guiño están dispuestos a declarar que Cataluña es una nación. Pueblos así querrían todos los políticos. Guiños, codazos, tú ya me entiendes. "Tu ja m’entens".

Gentileza de LD

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