jueves, abril 27, 2006

¡Que me perdonen mis paisanos¡

viernes 28 de abril de 2006
¡QUE ME PERDONEN MIS PAISANOS!
Félix Arbolí

C UANDO me pregunten la nacionalidad en cualquier ocasión o asunto oficial, no se que voy a poder contestar o escribir en la casilla correspondiente. Hasta hace unas semanas me consideraba que, como buen andaluz, mi nacionalidad era la española y ello me llenaba (y me llena, le pese a quien le pese) de orgullo. “Ser español es una de las cosas serias que se pueden ser en este mundo”, la frase era más o menos así y creo que su autor fue José Antonio Primo de Rivera, allá en los tiempos donde ser falangista y saberse los veintiséis puntos fundamentales de su partido era materia común y casi obligada a todo habitante de este país que entonces se llamaba España y al que nadie osaba menospreciar. Para mi el concepto de nación sólo tiene una referencia “España”, digan lo que digan y hagan lo que hagan por intentar comerle el coco a los aprovechados, pusilánimes y cobardes egoístas que tanto abundan hoy por estos pagos. ¿Desde cuando Andalucía ha sido una nación amigo Chaves?. ¿Quién te ha soplado esa barbaridad y te ha engañado para llevarla a la práctica?. Y te lo digo yo que considero el hecho de ser andaluz y gaditano como el privilegio más grande que han podido hacerme mis padres. A presumir de andaluz no hay quien me gane y por ello, precisamente, reniego a no considerar Andalucía como la región o comunidad, (tanto da lo uno como lo otro), de España más grande, alegre, profunda, diversa, diferenciada e internacionalmente reconocida en todo el mundo. No debemos olvidar los que nos ufanamos y con motivo de sentirnos andaluces que somos descendientes de castellanos, cántabros, gallegos, leoneses, vascos, etc, que poblaron nuestras extensas tierras del sur, cuando a base de una lucha que duró siete siglos lograron expulsar a los invasores musulmanes que la poblaban y dominaban hasta entonces. Los echaron de una tierra que no les pertenecía y de la que se habían apoderado, bajo argucias, traiciones y guerras exiliando y esclavizando a sus legítimos propietarios y habitantes y ocupando ellos su lugar. Pero fueron los reyes castellanos, leoneses, aragoneses, etc con sus ejércitos y mesnadas los que con su campaña de limpieza, arrojo y valentía, lograron erradicar al invasor de la Media Luna de los últimos confines de nuestra geografía. ¿Por qué pretender a estas alturas olvidarnos de nuestros orígenes e historia?. ¿Qué se persigue con implantar ese galimatías de “realidad nacional”. Yo, señor Presidente de una Junta, que no de una nación, no me considero “realidad nacional”, ni me gustan esas palabrejas que esconden algo que no es conveniente “desmenuzar” para evitar resquemores y posibles contratiempos. Si usted quiere renunciar a que el nombre de España figure en el preámbulo de ese “estatuto” que se han sacado de la manga, allá ustedes, para mi ser chiclanero, gaditano, andaluz y español son conceptos irrenunciables que nada ni nadie me hará cambiar. Tampoco me dicen nada los colores verde y blanco, a menos que se esté hablando de “Er Betis”, pero si me emociona en grado sumo el rojo y gualda de nuestra Enseña Nacional. Conste que no soy de ningún partido político y en las diversas elecciones he votado a varias opciones, sin fijarme en el logotipo que las encabezaba, sólo en la persona que figuraba en la lista y me inspiraba mayor confianza y consideración, buscando exclusivamente el bien de todos y por ende, de España. He votado PP, PSOE, antes PSP, etc, etc. Ahora he decidido no votar a nadie hasta que no salga un político con “cojones” (perdonen la expresión), que sea capaz de enmendar tanto entuerto y tanto insulto personal y se dedique de una vez a luchar y trabajar con serenidad y tesón por el bienestar de todos los españoles, sean de la tendencia que sean. A defender España de tanta cabronada como recibe de arriba, abajo, derecha e izquierda, ya que en este “tiovivo”en el que hemos convertido a la política, no se escapa ni el gato de mi vecina. Cierro mi comentario con un soneto que escribí en el año 97 y que, desgraciadamente, cobra actualidad nueve años más tarde: “A España” Siento España tu pena y amargura, y me causan dolor tantas traiciones, tanto afán de revancha y ambiciones o nostalgias de un ayer de mano dura. Yo comprendo tu angustia y desventura y me enerva el desdén de esas regiones que con aires absurdos de naciones reniegan de tu sangre y tu cultura. Y me enojan las turbias intenciones de quien busca su gloria y su ventura alentando nefastas divisiones. O el que exalta en el pueblo las pasiones persiguiendo con saña la locura de cambiar tu Bandera por pendones. Félix Arbolí 1997. Juzguen ustedes mismos.

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