martes, abril 25, 2006

Lo de los monos (este chico se supera)

Cuaderno de campo

Lo de los monos (este chico se supera)
José Javier Esparza

26 de abril de 2006.

Prohibimos fumar, pero estimulamos el aborto. Penalizamos socialmente a las familias, pero casamos a los homosexuales. Traficamos con embriones humanos, pero proclamamos los derechos de los monos. Algo raro pasa, ¿no? Se diría que ZP se ha propuesto invertir el Derecho: poner el Derecho del revés.Ese Proyecto Gran Simio que los socialistas han llevado al Congreso se presenta bajo cobertura ecologista, pero está formulado en términos insensatos. ¿Cómo es posible hablar de una "comunidad de los iguales" que abarca a humanos y demás primates? Sin embargo, es esa presunción de igualdad la que permite atribuir al simio condición de "persona" y proclamarlo titular de derechos. Absurdo ontológico elevado al vértigo: no hay nada que nos haga iguales a los simios. Nosotros podemos crear un derecho; ellos, no. Nosotros podemos proteger a la naturaleza; ellos, no. Malos tiempos vivimos cuando hay que explicar lo evidente.Dato importante: esto no se lo ha sacado del magín ZP, sino que forma parte de una vasta campaña internacional. Su promotor es el naturalista australiano Peter Singer. A partir de una lectura pueril de Hume, Singer mide la conciencia en función de la sensibilidad al dolor: el bien es lo que produce placer; el mal es lo que produce dolor. Cuando se es capaz de distinguir entre placer y dolor, esto es, entre bien y mal, entonces hay conciencia. Y donde hay conciencia, hay persona. Como los grandes simios reaccionan vivamente al dolor, hay que concluir que son personas y, por consiguiente, titulares de derechos. Inversamente, un bebé con alguna tara que disminuya su sensibilidad no es persona, pues reacciona poco al placer y al dolor; por tanto, puede ser exterminado. Estas animaladas no las digo yo: las dice el propio Singer. Quien quiera ilustrarse, encontrará un buen resumen crítico de su doctrina en la página es.catholic.net.No nos engañemos: estas posiciones son muy dañinas para cualquier ecologismo serio. Un servidor –véase el último número de El Manifiesto- se cuenta entre quienes siguen a Michel Serres y, preocupados por la calamidad ecológica que nos aflige, proponen la implantación de una Carta de Derechos de la Tierra. Puesto que el conflicto hombre-naturaleza es inherente a la condición humana, y dado que ese conflicto ha llegado a límites insostenibles, es necesario regularlo mediante principios de valor jurídico, es decir, que obliguen. Pero esto sólo puede hacerlo el hombre, único ser que tiene propiamente conciencia de sí; no por su "sensibilidad", sino porque puede verse a sí mismo desde fuera. La naturaleza es la otra parte, es decir, algo diferente al hombre, no una persona. Ocurrencias como el Proyecto Gran Simio, que no otorga derechos reales a los animales –¿acaso ejercerán la libertad de expresión?-, sólo sirven para deshumanizar a los hombres, al inventar una "comunidad de los iguales" radicalmente ficticia.Navegamos en pleno delirio. ZP ha hecho un país donde cabe cualquier cosa con tal de que suene a progre. Una monada.

Gentileza de LD

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